septiembre 07, 2014

Comienza La Colmena

Llevo recién dos días viajando, parando de comunidad en comunidad, en cada escuelita del camino, hablando con profesores y alumnos.
Calculo que debo llegar antes que caiga la noche a un caserío de la provincia de Santa Cruz. Pero aún estoy en zonas de la provincia de Chota, hacia occidente.
Me detengo en un recodo, a lado de unas casitas, para preguntar si tienen algunas verduras, que me vendieran, para el fiambre.
La familia está desgranando maíz. No hay verduras.
– ¿Qué hace viajando por aquí? –me preguntan.
Les explico que soy de las Bibliotecas Rurales de Cajamarca, lo que somos y hacemos.
– ¿Tienen libros de derecho? –pregunta alguien.
– Mejor pase a nuestra casa para explicarnos más –dice el papá.
Conversamos.
– Tenemos que reunirnos todos –dicen –. Vamos ahora a juntar el maíz y avanzar con los trabajitos.
Por la noche hay reunión y vuelvo a explicarles todo.
– Cuando uno es humilde y no conocemos, nos engañan y abusan de nosotros –dice don Francisco–, por eso es bueno que leamos y nos preparemos.
– ¿Yo podría ser bibliotecaria? –pregunta la señora Maritza.
– Decidámoslo entre todos –le digo.
Hace muchísimo frío y afuera sopla el viento haciendo tronar el techo. Pero hay un calorcito que nos anima y nos junta.
Cargo conmigo una caja con libros.
El caserío se llama La Colmena: esta misma noche inauguramos la biblioteca.
Ya tenemos otra razón para seguir andando, para seguir creyendo.
Alfredo Mires Ortiz,
Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca

2 comentarios:

  1. Un relato sencillo, de una circunstancia inesperada de vida, que genera una biblioteca. ¡Es admirable lo que estáis haciendo, Alfredo!
    Mariano Coronas

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  2. Leyendo este relato conmovedor y humilde uno se convence de que el futuro de las bibliotecas y la lectura está garantizado al menos en esas queridas tierras cajamarquinas.

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