
La Mama Santos, Yachaqmama (madre sabia) de la comunidad quechua de Chilimpampa, hace ya años nos contaba:
“En la plaza de armas mataron al Inca Atahualpa y corría bastante sangre, como ríos, y algunos se escapaban temidos de la sangre. Corría bastante sangre, como agua, como ríos corría. Eso era triste… Qué pena será que nos maten la gente de otro sitio viniendo, ¡y a nosotros los trabajadores, no haraganes como ellos!”.
La Mama Santos y todos los mayores de la comunidad siempre decían y aún se sigue diciendo: "Rupay wañun ch’awpi punchawta, yanayan Inca Atahualpa españolkuna wanchiptin plaza de armas Cajamarcapi" ("El sol murió al medio día, se hizo negro cuando los españoles mataron al Inca Atahualpa en la Plaza de Armas en Cajamarca").
El poeta Pablo Neruda resume en su “Canto general”:
En Cajamarca empezó la agonía.
El joven Atahualpa, estambre azul,
árbol insigne, escuchó al viento
traer rumor de acero. (…)
Entró Valverde con la Muerte entonces.
"Te llamarás Juan", le dijo
mientras preparaba la hoguera.
Gravemente respondió: "Juan,
Juan me llamo para morir",
sin comprender ya ni la muerte.
Le ataron el cuello y un garfio
entró en el alma del Perú.
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