En
los presentes días casi es una obligación ponernos a pensar, a conversar,
profundizar nuestra existencia, de cómo la naturaleza –por ejemplo– tiene tanta
fuerza… y algunos humanos creían que tenían tanto poder.
Nuestro
deber es tomar conciencia de lo que estamos haciendo para así mejorar la
situación y trabajar en ser cada día mejor que ayer, porque de nuestras
acciones y comportamientos depende el destino de todos.
En
estos tiempos de distanciamiento social, de incertidumbre, ansiedad, miedos,
que no nos falte la fe y el agradecimiento, por lo que somos, por lo que
sabemos y por lo que tenemos.
Después
de esta etapa que estamos viviendo, también sigamos valorando el trabajo y el esfuerzo
que hace el campesino. Y no olvidarlo por las necesidades del consumismo del
mundo moderno. Que ahora nos hemos vuelto extremadamente dependientes para
poder subsistir.
Es
triste tener que sufrir alguna calamidad o acontecimiento para recién entender
lo grande y valioso que es vivir. Disfrutemos de las cosas sencillas que
tenemos: eso nos volverá más cercanos, más naturales, más humanos.
Una comunera
Querida comunera, ¡qué emocionante reflexión nos regalas!, ¡cuánta razón tienes cuando dices que parece que solo valoramos la hermoso que es vivir y todos los dones que hay en nuestra vida, cuando sucede alguna desgracia!
ResponderEliminarEfectivamente, más importante que desinfectar nuestras casas y nuestras cosas es desinfectar nuestras almas que están llenas de parásitos y virus mortales: la insolidaridad, el egoísmo, el materialismo consumista, la violencia intrafamiliar, el desamor hacia nuestros mayores...!
Y para desinfectarnos por dentro es muy útil la palabra, la palabra humilde, la palabra regalada, la palabra amorosa, la palabra generadora de acciones empáticas y comprometidas.