noviembre 16, 2024

Estrenando techo

La casa de la Red de Bibliotecas Rurales fue construida en minga hace muchos años. Y, como toda casa, sabemos que nunca estará terminada del todo; sabemos que siempre habrá algo nuevo que hacer o  algo que reparar.
Nuestro comedor, por ejemplo, es un espacio amplio, lleno de luz, con vista a los árboles y a todas las plantitas que sembramos en el jardín de al lado. Es un lugar especial, porque allí nos sentamos a compartir con nuestros compañeros bibliotecarios, coordinadores y todos los demás voluntarios de la Red, los alimentos, durante nuestros encuentros. También compartimos el delicioso cafecito alguna que otra tarde, recordando a los que ya no están, dando la bienvenida a quienes se van integrando, celebrando la vida de alguno de nosotros, haciendo planes, pensando en nuevos sueños… en fin.
Y, como todo espacio en nuestra casa, esta vez, nos avisó que la temporada de lluvias le harían padecer algunos inconvenientes, tenía varias goteras, maderas deterioradas y una que otra teja movida por los gatitos que siempre nos visitan.
Así, con la ayuda de nuestros compañeros Sergio, Dilber, Sheguito y Javier, bien acompañados por Karina, quien siempre les hace las recomendaciones que tenemos presentes de Alfredo, logramos cambiar y mejorar todo ese techo.
Como medida de prevención para las épocas de estiaje, arreglamos los tanques donde recogemos el agüita de las lluvias, que después utilizamos en la limpieza de los servicios higiénicos o el riego de los jardines, también el tanquecito que recoge un poco de agua, para que no nos falte en la cocina.
Ahora, solo esperamos las lluvias -aunque mucho se hacen de rogar-, o quizá estaba esperando que nuestro techito esté listo para estrenarlo, ojalá.
Estos arreglos han sido posibles, gracias al apoyo solidario de nuestros amigos de la asociación italiana Help for Friends, de Sarah’s Rural Libraries Fund, siempre pendientes del mantenimiento del local de la Red, y de la organización belga Esperanza TM, quienes hace poco contribuyeron para el arreglo del techo de nuestro depósito de libros.

¡Soy bibliotecario!

Mi nombre es Antony Llanos, desde hace unos meses fui invitado a ser bibliotecario en el Centro Cultural Quiritimayo. Mi llegada coincidió con la formación de una Biblioteca Rural en la institución.
Tuve la suerte de conocer el local central de la Red Bibliotecas Rurales, en Cajamarca. Fue un momento crucial en mi labor como bibliotecario rural: entré con temor, pero cada espacio allí te dice algo. El estante de libros que se puede ver en la entrada me causo impresión; cuando pregunte me dijeron que ahí están libros publicados por la propia Red que van a las comunidades.
Seguir caminando por el local de Bibliotecas me hizo sentirme en contacto con un mundo imaginario: el pequeño jardín, las frases escritas en las piedras y las gradas convirtieron mi temor en curiosidad.
En el Centro de Canje fui recibido con calidez, me emocioné mucho ver el apoyo que nos brindan ahí. La caja de libros de diferentes géneros y temáticas que me entregaron despertó en mí un sentimiento de gratitud y responsabilidad hacia la labor que estaba asumiendo.
En este momento, comprendí que ser bibliotecario de la Red no solo implica el traslado físico de los libros, sino que representa la conexión directa con el conocimiento y la cultura que los libros de Bibliotecas Rurales albergan: estamos llevando la cultura de las comunidades rurales de Cajamarca. Cada libro es una puerta abierta hacia el conocimiento y la imaginación, listo para ser compartido con los niños del barrio Quiritimayo. 
Este día recibimos una caja de libros y, para decir verdad, ya casi me los leí todos. 
En el Centro Cultural Quiritimayo los libros causaron mucha emoción. Los niños disfrutan leyendo historias del campo. Pienso que les trae el recuerdo de sus abuelitos. Cada día escogen un nuevo libro. Me encanta verlos en cola para firmar la hoja de registro de lectores; Los niños escriben su nombre y hacen una firma, que los hace sentirse muy importantes.
A lo largo de estos meses he comprendido que los libros producidos por Bibliotecas Rurales, no solo son objetos físicos, sino herramientas poderosas, otra forma de aprender a través de la historia de nuestros pueblos.
Antony Jahmpier Llanos Valdivia

A través de su mirada

Vi la tristeza de un colibrí, es difícil imaginarlo, lo sé, y presiento que esa emoción desaparecerá pronto, pues un colibrí siempre sigue su vuelo, su misión en el tiempo, mientas habita esta tierra.  
Habrá pasado un año y un poco más desde que me aceptaron como voluntario en La Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca, y he visto en este tiempo un gran trabajo y esfuerzo.
A mediados de agosto apoyé en la reunión sectorial de bibliotecarios en Sócota – Cutervo, Me sentí muy gratificado de reencontrarme con buenos amigos, pero también me alegró el encuentro: reencontrarse con el sentir común de la mirada como bibliotecarios y voluntarios, sentir además que el tejido de la Red está compuesto por una gran familia y, pues, como suele suceder en las familias hay hermanos mayores y ovejas negras y otros menores. También hay momentos duros, frustración y tristeza. Sin embargo, como el colibrí, siempre continuamos el vuelo.
Vi, desde el corazón de todos, el sentido de pertenecer, de seguir siendo y seguir caminando. Aunque a veces parece que caminamos en soledad, esa gran familia nos acompaña y nos respalda.
Jorge Camacho

Seguir leyendo, seguir siendo

La Escuela Campesina Alternativa de Pomabamba “ECA” es un proyecto educativo que tuvo el placer de tener al maestro Alfredo Mires Ortiz como asesor, amigo y compañero de algunos años. Si vienen aquí verán que, en cada espacio, hay algo que nos recuerda a él: el respeto a la cultura campesina, la conservación del medio ambiente, la casa como espacio comunitario y los colores de la vida.
Desde la propuesta educativa que compartimos, el libro producido por Bibliotecas Rurales es herramienta de una educación transformadora; por ello es la inspiración en cada uno de nuestros proyectos siendo parte del rito sagrado que nos encamina. Un libro en la ECA siempre ocupa un lugar importante no solo para verlo sino para leerlo y descubrir en cada página algo por aprender.
Nuestra gratitud al maestro Alfredo por todo lo brindado y porque sus libros siguen siendo una luz para seguir leyendo y seguir siendo.
María Isabel Gutiérrez Chávez

noviembre 04, 2024

Nosotros II

No es nuestro el son
de la desazón
ni la calamidad
de la impunidad.
No es nuestra la sociedad
de la saciedad
ni la elocuencia
de la decadencia.
No es nuestro el orden
de la náusea
el juez al revés
el putado diputado
ni el presidente
delincuente.

Alfredo Mires
en: Romance de la montaña

Libros, canje y emociones

¡Libros! Es una fiesta encontrarse con un nuevo libro, es un despertar de muchas emociones y de especial agradecimiento; sea porque fueron elegidos con mucho cuidado en función de las necesidades de los lectores y aún más, porque la mayoría cuentan nuestra historia, en ellos podemos encontrar la sabiduría de nuestros abuelos, narran la conexión respetuosa del hombre con la naturaleza, nos hermanan y nos hacen sentir orgullosos de nuestras raíces; además de ser nuestras propias producciones, escritas con nuestro propio lenguaje.
Así en cada Asamblea celebramos la Fiesta del Canje, un momento muy especial, porque, así como en nuestros campos aún se canjean productos, aquí se canjean libros; en medio de sonrisas, cantos, recitales, lecturas, interrogantes, recomendaciones y más. 
Los libros llegan y parten a las comunidades para seguir animándonos, para ser compañeros y grandes consejeros.

All’pata paguikun en Utcubamba

Hoy, 24 de setiembre del 2024, a las 9:30 am en el aula de 2 “A” del nivel secundario de la I. E “Petronila Abad Carrión”, en el caserío de La Victoria, perteneciente a la provincia de Utcubamba, se llevó a cabo un paguito a la tierra, reconociendo y valorando a nuestros hermanos vivientes como el agua, las montañas, la tierrita y también a nuestros queridos difuntos.
Al mismo tiempo, reflexionamos sobre los daños que ocasionamos por la avaricia del ser humano por poseer más riquezas materiales y autodestruyéndonos; como en el caso de los incendios forestales. Un estudiante me hizo caer en cuenta de que, ya en nuestro caserío, constantemente suspenden el servicio de agua y de luz debido a la sequía y a las altas temperaturas.
También rescatamos las voces de nuestros comuneros que dicen:
 «Los tiempos han cambiado; poco a poco el caudal del río Utcubamba se está disminuyendo y contaminando». 
Luego, los estudiantes, emocionados, se formaron en un círculo: habían traído los elementos para esta ceremonia. Me decían:
«Profe yo traje el yonque (cañazo, aguardiente) de mi abuela», «yo traje el azúcar», «yo traje las rosas de mi jardín», «yo traje el maíz que cosecha mi papá en mi chacra», «yo traje las lentejas que tanto me gustan», «yo creo que hace falta reconocer la música», entre otros comentarios.
Fue muy hermoso ver como los estudiantes dieron la iniciativa. Extendieron una manta tejida a crochet y con bordados, iban ubicando las alforjas, pulseras y otras cosas. Su curiosidad y alegría fue fenomenal; me hizo caer en cuenta que ellos querían aprender; una estudiante me dijo:
«Profesor, ¿quién le enseñó a usted?»
Rápidamente se me vino a la mente el rostro de nuestro querido maestro Alfredo Mires Ortiz y los bellos recuerdos que tuvimos en Cajamarca. Y, de manera resumida, les comenté a mis estudiantes un poco acerca de la Red de Bibliotecas de Cajamarca y como aprendí este hermoso ritual.  
Después les expliqué en qué momento pueden hacer esta ceremonia; por ejemplo, cuando están por empezar a sembrar, durante la cosecha e inclusive después de la cosecha como un agradecimiento a nuestra Pachamama por todo lo logrado. Asimismo, leímos los rezos de los tres elementos: tierra, Apus y difuntos. Luego, empecé, agarrando unas hojas de coca haciendo una bolita con la ayuda de mis manos, di tres resuellos y lo dejé dentro de las ollitas de barro. Agarré el azúcar y finalmente, en forma de lluvia, agregué el yonque.
Al final mencioné la palabra “All’imiri, all’imiri, all’imiri”. Expliqué que significaba “Está bien, está bien, está bien” y así continuamos con todos los participantes.
Finalmente culminamos con una reflexión de una estudiante rescatando lo valioso que nos enseñan nuestros mayores y que tan hermoso es valorar el conocimiento que ellos poseen. Luego, otra estudiante, de manera especial, me pidió que no enterramos nuestra ofrenda porque ella la quería enterrar en su chacra y enseñarles a sus padres lo aprendido.
Me llevo esta bonita experiencia con mis estudiantes. Hemos tenido una clase diferente, muy significativa para todos. Una clase de cosmovisión andina o cosmovivencia, como diría Alfredo.
Sé que es un reto salir de la rutina de la enseñanza, que muchos profesores nos aferramos a lo tradicional al momento de enseñar, que a veces nos vendamos los ojos y somos indiferentes ante necesidades y cambios que requiere el entorno donde laboramos.
Por eso, junto con otros dos docentes, también hemos empezado a cambiar un espacio abandonado y sucio, que era la biblioteca, y hemos sembrado plantas de tamarindo y coco en nuestro colegio.
Quiero enseñarles a mis colegas, estudiantes y amigos a aprender y desaprender muchas cosas, mostrarles que existe una clase robotizada que nos limita.
Ya estamos dando nuestros primeros pasos en este andar.
Miguel López

Versos que inspiran

Los estudiantes del colegio “Sagrado Corazón” – Jaén, que participan en los talleres semanales de animación lectora aplicaron una técnica para crear un nuevo texto “calcando estructuras poéticas” y para ello utilizaron como fuente literaria el poema “Vengo” de Alfredo Mires Ortiz, publicado en el libro “Romance de la montaña”, página 44.
Nuestros lectores leyeron el poema y luego respondieron a la pregunta ¿Y ustedes de dónde imaginan que pueden venir?, las respuestas no se hicieron esperar: de una piedra oculta, decía uno, de una verde hoja, decía otro, de un fuego de volcán, decía un tercero y de esa forma fueron socializando lo que su imaginación dictaba.
Luego, recibieron la estructura poética que iban a calcar y los resultados poéticos fueron interesantes y elogiables.
Aquí, comparto algunas producciones: 
VENGO de alguna gota de lluvia.
DE ALGUNA nube triste vengo.
TAL VEZ SOY un sendero sin camino.
TAL VEZ SOY un texto sin sentido.

VENGO de algún bosque embrujado.
DE ALGUNA parte del espacio vengo.
TAL VEZ SOY un rey sin corona.
TAL VEZ SOY la luz de mi camino.

Dalton Jhampiero Lozano Ruiz
Primer grado. 2024

VENGO de un ave de fuego caliente.
DE ALGUNA luna morada vengo.
TAL VEZ SOY hierba rompible.
TAL VEZ SOY un meteorito azul.

VENGO de alguna burbuja flotante en el espacio.
DE ALGUNA casa encantada vengo.
TAL VEZ SOY mago invisible.
TAL VEZ SOY bruja enamorada.

Dayira Sleiter Dávila Solano
Primero. 2024

octubre 16, 2024

Ausencias

VIII
Ebrias de sol
las hojas caen
para dar gracias
a la tierra
que les dio cuerpo.

XXII
Yéndome llegué,
pero a otro sitio.

XXXII
Ausenciómetro:
aparato para medir la distancia
de corazón a corazón.

XLIV
Uno más uno es uno:
vos, yo, nosotros,
el mundo.

Alfredo Mires
en: Como acostarse indeciso y despertar a arriesgarse

Elena

Ella es Elena, nuestra gatita, nuestra compañera. La recibimos en adopción cuando tenía dos meses, para compañía nuestra y de Micaela, nuestra gata mayor, quien, hasta entonces, estaba solitaria.
Elena, se adaptó rápidamente a nuestra compañía, era juguetona y muy traviesa; le encantaba pasear y dormitar en los muebles de las oficinas, dejándonos el recuerdo de sus pelusas.
Cuando llegábamos al local de la Red, Elena nos esperaba con un tierno maullido, se tiraba al piso y nos mostraba su barriguita, para acariciarla, después nos seguía a las oficinas para hacernos compañía.
Elena era una gatita muy cariñosa, de un salto ya estaba dándonos golpecitos, amasándonos y relajándonos con su ronroneo.
Cuando llegaban nuevos libros ella era la primera en chequearlos: los olía, los miraba y se sentaba sobre ellos, como diciendo estos libros son míos...
Elena se perdió una mañana de junio, no sabemos exactamente qué pasó; ella no trepaba los techos ni se alejaba de casa. La buscamos por varios días y semanas, esperando encontrarla… han pasado varios meses desde su desaparición…, no sabemos nada de ella. Preferimos pensar que algún día regresará. Miramos la mesa de trabajo e imaginamos que está allí, dormida sobre los libros.
¡Te extrañamos, Elena…! solo nos queda el consuelo de pensar que eres feliz y estás dando felicidad a las personas que están ahora contigo…