(Apuntes
de Alfredo Mires Ortiz; visita a la zona de Santa Cruz. Setiembre 2017)
En la comunidad de Poroporo la asamblea decidió que
el director de la escuela se hiciera cargo de la biblioteca, en turnos con los
otros docentes.
No habíamos terminado de firmar el acuerdo cuando
ya los comuneros empezaron a solicitar los libros.
De alguna forma, en la educación de América Latina
conviven dos escuelas: la que el sistema impone, rige, controla, acosa,
disciplina y obliga, y la que el alma indómita de los pueblos resiste, cabrea,
digiere, desafía, contrasta, impugna, rebate, encara, preña y aprovecha.
Los indios nunca hemos sido vencidos: nos
machacaron las formas y los verbos, incendiaron la vivienda y el bosque,
amputaron las manos y acuchillaron los rostros, alancearon el corazón y
encadenaron las piernas, pero la fécula se mantuvo, el espermatozoo esquivó la
guadaña, la tierra atesoró sus óvulos, el adn se agazapó en la finta, la
semilla esperó la lluvia, el surco acaudaló la rebeldía.