“Todas
las sangres”, la monumental obra de José María Arguedas podría ser llamada
también todas las voces, todas las almas, todo el mundo andino.
Es
un libro que abre diversas formas de lectura: desde el conflicto de intereses y
bandos, la exclusión, la injusticia, la violencia, el abuso; pasando por las hermosas
descripciones de la exuberante naturaleza andina o, el reconocimiento de las
firmes tradiciones campesinas con la permanencia de la lengua quechua en los
Andes peruanos; las ideas, los prejuicios y las opiniones de la vida y las
costumbres de la gente de la costa, los citadinos, los de la sierra, los ricos,
los extranjeros, los políticos, la gente toda.
Son
abundantes los párrafos sobre la tierra, los cultivos y el trabajo agrícola, la
descripción de los paisajes serranos del Perú, la reseña de diversas flores,
árboles y aves andinas, todo ello envuelto en el tono sagrado que emite el
mundo chacarero de los Andes: “Sobre el
amarillo de las yerbas muertas y lo negruzco de los pequeños árboles resecos,
las flores de los k’antus resplandecían en lo alto de la montaña. Es la única
flor del invierno; abre sus campañillas que tienen no sólo el color sino el
brillo de la sangre, precisamente cuando la superficie de la tierra parece
muerta.
Arguedas
referencia la antigua tradición de compartir el brindis con la tierra, con la
montaña: “Don Adrián invitó un trago de
aguardiente a cada cabecilla. Derramó primero unas gotas sobre la tierra y
esparció otras al aire, en dirección del Pukasira”; “Cinco comuneros derramaron
unas gotas sobre la palma de su mano para no mojar la alfombra, y soplaron las
gotas de coñac esparciéndolas en el aire. De este modo hacían participar en el
brindis a los dioses montañas”.
Todas
las Sangres además de representar al Perú, sus contradicciones y sus luchas, es
también una exaltación de la fuerza de sus montañas, es decir, la potencia
creadora y revolucionaria que hay en el alma andina: “¡El Perú da miedo, a veces! (…) ¡Estas montañas! Si se ponen en
marcha, ¿quién podrá detenerlas? Sus cumbres llegan al cielo”.