El año pasado, durante las
capacitaciones del Programa Comunitario para el acompañamiento de niños con
capacidades proyectables, tuvimos la oportunidad de participar en una
exposición de nuestro compañero Alfredo Mires acerca de un tema sumamente
importante: Salud y medio ambiente.
Alfredo sustentó la importancia de las
raíces emocionales, culturales y sociales en la salud de cada persona y nos
abrió caminos para vivir más sanos y en un ambiente más saludable.
Compartimos con ustedes algunas de las
ideas trabajadas:
Nos hemos acostumbrado a identificar la salud con
la medicina y los hospitales, y solemos olvidar que salud y enfermedad son,
fundamentalmente, fenómenos ecológicos y sociales.
Hace ya unos 2,450 años, en su libro “La República ”, el filósofo
Platón afirmaba que: “una ciudad con
muchos hospitales es principalmente una ciudad mal gobernada”.
Que
se construyan más hospitales no significa que andemos mejor de salud. Esto es
como creer que estamos avanzando porque se han construido amplios y confortables
cementerios.
Es
menester comprender las conexiones de lo que hacemos con todo el universo de
experiencias, procesos y perspectivas que conciernen y se entrecruzan entre
todas las personas y las culturas.
La
ruptura con la naturaleza (que también podría decirse ‘la desnaturalización de
los humanos’) ocupa un nivel subjetivo y objetivo implícito en cualquier
dolencia.
La
angustia vital que produce un mal es un asunto que afecta a toda la comunidad.
Los
males también surgen con los cambios socioculturales y ecológicos que afectan la
biodiversidad, es decir, cuando se afecta lo que sabemos y podemos digerir. Hoy,
con la extensión de la economía de mercado, los hábitos dietéticos suelen ser
los más afectados.
La
salud está ligada a la sensibilidad. Nuestros procesos internos suelen afectar
nuestro comportamiento externo.