Rosabel nació en el caserío de La Providencia, en Sócota, distrito de la Provincia de Cutervo. Su parto fue largo y difícil. La asfixia que sufrió en estos momentos le marcó con un cuadro de Parálisis Cerebral Infantil.
La familia de Rosabel es muy humilde. Vive de lo que produce su chacra: maíz, papa, menestras, trigo y –como el clima es templado–, también tienen árboles frutales. En días especiales comen huevos y, muy de vez en cuando, alguna gallina o un cuy. Pero eso ya es fiesta.
En el año 2006, cuando nuestro Programa Comunitario inició su labor en Sócota, Rosabel se integró a través de la coordinadora Liliana Díaz, que a su vez trabaja como enfermera en el Centro de Salud de esta localidad. En aquel tiempo, Rosabel era una niña que no podía moverse por sí sola y dependía totalmente de las atenciones y cuidados de su mamá y otros familiares. Tampoco se relacionaba mucho con los demás y no se le entendía cuando hablaba, aunque sí notamos que es una niña sumamente inteligente.
Al principio, el trabajo de Liliana en Sócota no fue fácil. A pesar de sus conocimientos médicos, ella nunca había trabajado en el acompañamiento y la atención de niños “discapacitados”. Felizmente contó con el apoyo de su esposo, Igor Irigoín, quien ya se había incorporado como voluntario en el trabajo de la Red de Bibliotecas Rurales y conocía los principios que rigen nuestra labor: el respeto a la tierra, la consideración a las tradiciones culturales andinas, el acompañar a los más humildes y la toma de decisiones desde, con y para la comunidad.
“No sabemos qué hacer”, nos dijeron Liliana e Igor las primeras veces. Luego, las constantes capacitaciones de los coordinadores del Programa –tanto en Cajamarca como durante las diversas visitas a Sócota–, junto al enorme interés que ambos tomaron para auto-capacitarse, han ayudado a superar esta dificultad. Igualmente aprendieron –y siguen aprendiendo– de los mismos ‘Juanitos’ y sus familiares.
A partir de la terapia aplicada, Rosabel ha mejorado notablemente. Ahora ha aprendido a moverse sola, se sienta con autonomía (por sí sola), ha logrado pararse y da sus dos primeros pasos. Aprendió a comer sin ayuda, lavarse y vestirse por su cuenta, lo cual le da mucha independencia.
Además de la terapia realizada con Rosabel, Liliana e Igor orientaron a los familiares para que le enseñen a hacer actividades en la casa. Actualmente, cuando visitamos a Rosabel, la encontramos desgranando maíz, frijoles o alverjas. También ayuda a cocinar, lavar la ropa y a mantener limpia su casa. Da de comer a los animales (gallinas, cuyes, gato, perro) y cuida la casa y el jardín cuando los demás salen fuera.
“Creo que la evolución que ha logrado alcanzar Rosabel ha sido principalmente gracias a que la familia comprendió e interiorizó las actividades y la propuesta del Programa Comunitario”, comentó Igor durante nuestra última reunión de Evaluación y Planificación anual.
Y es verdad: Hoy la familia se siente muy contenta. ¡Brota por todos lados la felicidad de tener a una niña tan especial! A esto se suma el extraordinario sentido de humor de Rosabel que contagia a todos.
Viendo la situación económica de la familia, Liliana e Igor solicitaron el apoyo de “La honda de David”, asociación de amigos solidarios en Alemania, con la finalidad de conseguir una parte de dinero para comprar un ternerito. Ahora, después de más de dos años, es un toro muy manso al que Rosabel da de comer. El toro trabaja en la chacra y en la molienda de caña de azúcar que repercute en una ayuda inmensa para la familia.
Nuestra propuesta para continuar acompañando a Rosabel y aliviar el cuidado para su familia es conseguir de la misma manera un burrito para que Rosabel pueda recorrer distancias más largas sin que su madre tenga que cargarla en la espalda. Vemos necesaria esta inversión ya que la niña es cada vez más grande.