A mediados del mes pasado se llevó a cabo en Cajamarca el XI Encuentro Nacional de Escritores “Manuel Jesús Baquerizo”. Éste es un evento que organiza cada año el Gremio de Escritores del Perú.
Hubo una masiva participación de escritores de todo Cajamarca así como de diversos Departamentos del país.
Nuestro compañero Alfredo Mires fue invitado para dar una conferencia y presentó “Hasta que el pueblo los cuente: Reflexiones desde la tradición oral y la literatura”.
Transcribimos algunos fragmentos:
Un día como hoy, por la tarde de un 16 de noviembre de 1532, ocurrió aquí en Cajamarca el llamado “encuentro” entre Francisco Pizarro y el Inca Atahualpa. En Cajamarca, como dijera Neruda en su “Canto General”, “empezó la agonía”: fue el día también en que la escritura arribó al mundo andino con alardes de prepotencia y poder irrebatible…
El libro se instauró en nuestra tierra con visos de cesarismo, como férula intimidatoria e investido de suficiencia. Las formas de comunicación oral y natural en los Andes se hallaron a quemarropa con el libro como un fetiche del conocimiento ajeno y como un heraldo del dominio devastador de los invasores…
En lo sucesivo, la palabra escrita se utilizó fundamentalmente para mentir la historia de los indios y para despojarlos de sus derechos tradicionales. No era la ley lo que se escribía: lo que se escribía era la ley (…)
A pesar de los pesares, nuestra cultura persiste, y persiste aún en espacios como el nuestro, donde no sólo comenzó la conquista sino que la letal ambición por el oro ha renovado sus dentelladas destruyendo la tierra, el agua y las consciencias (…)
Por su magnífica diversidad, incalculable extensión y estratégica dispersión, la tradición oral no puede ser encuadrada en hormas ajenas a la comunidad. Por eso, no existe justificación para suplir, de manera absoluta, la oralidad por la escritura. La tradición oral no constituye un grado inferior de comunicación: para esta cultura no sólo es profundamente necesaria: es medular. Es nuestra médula (…)
Así, no es posible pensar y abordar la oralidad aislada de su contexto. La recuperación de las narraciones orales ha de tener en cuenta los componentes que las hacen posibles. Es decir, somos hijos de estas comunidades y estamos hechos de chacra, de manera que soslayar la tierra es atentar contra los pueblos y contra toda la sabiduría acumulada en su relación con ella.