El pasado 26 de junio la Red peruana de mediadores de lectura se reunió con nuestro compañero Alfredo para conversar sobre dos importantes textos escritos por él: “La dignidad de los pueblos también se escribe leyendo” y “La tierra cuenta”. Aquí algunos fragmentos de su intervención:
- El racismo es un asunto
presente y la alterofobia, en tanto desprecio al otro, es la forma de racismo
más actual. El racismo crea distancia y trabas mentales. Esto se ve tanto en
los libros como en las bibliotecas y, particularmente, en la educación, pues se
nos enseña cosas que nada tienen que ver con la vida de los pueblos. La riqueza
está en la diferencia. El campesino está mostrando riqueza al hablar, en su
léxico está el quechua y sus tradicionales formas de hablar.
- El 19 de noviembre de 1532, hubo
10.000 muertos en Cajamarca. Nadie recuerda esta fecha en las escuelas. El
arribo del libro, de la escritura, a nuestros pueblos fue con una masacre. Si
el libro llega a un espacio de no confianza, es un intruso. No hay empatía. Hay
que cambiar el ADN al libro, hay que cambiar el orden de pertenencia.
- Hay una fuerte ligazón entre
lenguaje y afecto que no deberíamos desvincular nunca. El lenguaje tiene colores
cálidos, olores gratos, por ello es triste cuando a las palabras se les viste con
la pura gramaticalización. Es preciso almacigar las palabras complicadas, pues
a las palabras también hay que bajarlas del caballo, acercarse a las palabras
diversas y difíciles para diversificar el habla.
- No está mal hablar en la
lengua estándar, pero sin corregir el habla propia del campo. Se trata de
enaltecer, no negar el rostro del otro. Se trata del reconocimiento de los
decires y los silencios de los niños, porque en el campo hay una profunda
valoración por el silencio, la participación no solo es hablar. En el campo
participamos con el silencio cuando el mayor toma la palabra. Nuestro mayor
nivel de participación es escuchar.