La casa de la Red de Bibliotecas Rurales fue construida en minga hace muchos años. Y, como toda casa, sabemos que nunca estará terminada del todo; sabemos que siempre habrá algo nuevo que hacer o algo que reparar.
Nuestro comedor, por ejemplo, es un espacio amplio, lleno de luz, con vista a los árboles y a todas las plantitas que sembramos en el jardín de al lado. Es un lugar especial, porque allí nos sentamos a compartir con nuestros compañeros bibliotecarios, coordinadores y todos los demás voluntarios de la Red, los alimentos, durante nuestros encuentros. También compartimos el delicioso cafecito alguna que otra tarde, recordando a los que ya no están, dando la bienvenida a quienes se van integrando, celebrando la vida de alguno de nosotros, haciendo planes, pensando en nuevos sueños… en fin.
Y, como todo espacio en nuestra casa, esta vez, nos avisó que la temporada de lluvias le harían padecer algunos inconvenientes, tenía varias goteras, maderas deterioradas y una que otra teja movida por los gatitos que siempre nos visitan.
Nuestro comedor, por ejemplo, es un espacio amplio, lleno de luz, con vista a los árboles y a todas las plantitas que sembramos en el jardín de al lado. Es un lugar especial, porque allí nos sentamos a compartir con nuestros compañeros bibliotecarios, coordinadores y todos los demás voluntarios de la Red, los alimentos, durante nuestros encuentros. También compartimos el delicioso cafecito alguna que otra tarde, recordando a los que ya no están, dando la bienvenida a quienes se van integrando, celebrando la vida de alguno de nosotros, haciendo planes, pensando en nuevos sueños… en fin.
Y, como todo espacio en nuestra casa, esta vez, nos avisó que la temporada de lluvias le harían padecer algunos inconvenientes, tenía varias goteras, maderas deterioradas y una que otra teja movida por los gatitos que siempre nos visitan.
Así, con la ayuda de nuestros compañeros Sergio, Dilber, Sheguito y Javier, bien acompañados por Karina, quien siempre les hace las recomendaciones que tenemos presentes de Alfredo, logramos cambiar y mejorar todo ese techo.
Como medida de prevención para las épocas de estiaje, arreglamos los tanques donde recogemos el agüita de las lluvias, que después utilizamos en la limpieza de los servicios higiénicos o el riego de los jardines, también el tanquecito que recoge un poco de agua, para que no nos falte en la cocina.
Ahora, solo esperamos las lluvias -aunque mucho se hacen de rogar-, o quizá estaba esperando que nuestro techito esté listo para estrenarlo, ojalá.
Estos arreglos han sido posibles, gracias al apoyo solidario de nuestros amigos de la asociación italiana Help for Friends, de Sarah’s Rural Libraries Fund, siempre pendientes del mantenimiento del local de la Red, y de la organización belga Esperanza TM, quienes hace poco contribuyeron para el arreglo del techo de nuestro depósito de libros.
Como medida de prevención para las épocas de estiaje, arreglamos los tanques donde recogemos el agüita de las lluvias, que después utilizamos en la limpieza de los servicios higiénicos o el riego de los jardines, también el tanquecito que recoge un poco de agua, para que no nos falte en la cocina.
Ahora, solo esperamos las lluvias -aunque mucho se hacen de rogar-, o quizá estaba esperando que nuestro techito esté listo para estrenarlo, ojalá.
Estos arreglos han sido posibles, gracias al apoyo solidario de nuestros amigos de la asociación italiana Help for Friends, de Sarah’s Rural Libraries Fund, siempre pendientes del mantenimiento del local de la Red, y de la organización belga Esperanza TM, quienes hace poco contribuyeron para el arreglo del techo de nuestro depósito de libros.