mayo 29, 2020

Keshpe: la bendición

En la antigua tradición andina, el keshpe es un regalo especial, algo único, una bendición de la naturaleza. Es como una revelación, desde lo más sencillo hasta lo más complejo: uno está comiendo un plato de alverjas cuando –de pronto– se topa con una que no se ha cocinado, que es muy dura y que brilla con un color diferente. Ese es un keshpe. Una piedra, una planta, un viento… “Es mi suerte”, decimos.
Nunca pensé que un keshpe también podía ser un humano. Hasta hoy.
Hace casi 20 años, Jesús Quispe (el apellido Quispe viene de keshpe) se integró como el primer Coordinador voluntario de Bibliotecas Rurales en la lejanísima comunidad de Pión; al poco tiempo lo reemplazó otro compañero y ya no supimos de él. Aquel sector de nuestra Red estuvo luego mucho tiempo sin coordinador, hasta que hace solo unos años, Jesús me llamó para preguntar si podía volver. Cuando nos encontramos, me dijo:
— Tengo cáncer, profe, pero sí voy a poder.
Y sí pudo.
Anduvo por cada una de sus comunidades, animando: “¡Lean! ¡No hay cosa como esta!”
Viajaba dos días enteros hasta Lima para que le aplicaran las terapias. Un día de esos llama:
— ¡Profe!, ¿podemos formar Bibliotecas Rurales en Huánuco?
— ¡Jesús —le dije—, Huánuco es otra región y está lejísimos!
— Es que estoy aquí con varios compañeros, en plena quimioterapia, y les estoy contando de nuestras Bibliotecas Rurales. ¡Viera cómo se entusiasman! Y uno de Huánuco ya se animó a formarlas en su comunidad.
Jesús (como se llamaba el Hijo del Carpintero) Quispe (de Keshpe: la bendición) era inagotable: no quería perderse ninguna Asamblea de la Red; formó más de 20 bibliotecas; llenaba sus Cuadernos de Rescate con lo que los viejos de su comunidad le habían enseñado…
Hace un par de meses, los médicos lo desahuciaron.
— Profe —me dijo— ya he hablado con mi compadre Segundo Custodio para que él asuma la Coordinación.
Hoy es 18 de mayo. Doña Eva, su amada esposa, acaba de llamarme para avisar que Jesús ha muerto.
En medio de esta ahogante tristeza, me convenzo: la tierra, Madre bendita, nos envió a Jesús Quispe Delgado para alumbrarnos, para enseñarnos, para animarnos. Para darnos un ejemplo de lo que significa emerger y seguir andando, a pesar de los pesares.
Alfredo Mires Ortiz,
Coordinador de la Red

Jesús Quispe, hermano

En la primera Asamblea de este año, Jesús Quispe, compañero de la zona de Pión, se hizo extrañar a montones: no pudo llegar debido a nuevos exámenes y otro tratamiento médico que tenía en Lima.
Reunidos todos los asistentes en este encuentro comunero de nuestra Red de Biblioteca Rurales, nos tomamos una foto y le enviamos un cariñoso saludo, para sabernos siempre juntos. Pronto lo volveríamos a ver, pensamos… Pero hoy, lunes 18 de mayo de 2020, Jesús partió a su caminata eterna y nos quedamos con la profunda tristeza de verle, abrazarle y oírle una vez más.
La muerte de Jesús nos recrudece la pena por la partida de otros seres amados integrantes de este ayllu de la Red: Juan Medcalf, Sarah Heery, Oscar Garay, David Osoro… ¡Cada uno de ellos es una estrella que nos alumbra en la oscurana y un vacío que no cesamos de llenar con sus recuerdos!

¡Jesús, presente!

Nos enseñó mucho, compañero Jesús: con sencillez, humildad, paciencia y sobre todo con buen humor. Hoy se convierte en impulso para seguir adelante, a pesar del dolor que sentimos por su ausencia.
Siempre ha sido y seguirá siendo un gran ejemplo. Y cómo no serlo, si llegaba siempre puntual a las Asambleas, desafiando al bravo tiempo; y cantó y rió con nosotros; si a pesar de sus dolencias caminó entusiasmado a visitar y a formar nuevas bibliotecas, cargando libros y recogiendo cultura; si nunca dejó de llamar para saludarnos y encargar sus saludos para los demás compañeros; aprovechó las salas de los hospitales para compartir historias. Se convirtió en una luz de esperanza para muchos; formó a muchos y siempre nos acompañó.
Hoy, esta familia bibliotecaria llora por su partida.
Pero también estamos orgullosos de tener este hermano, aquí, presente.

Guatemala, Portugal y Cajamarca


La Biblioteca Nacional del Perú invitó a nuestro compañero Alfredo Mires Ortiz a participar en un conversatorio, vía internet, titulado: La biblioteca cerca, cerquita de la comunidad, coordinado por Gonzalo Oyarzún y en compañía de otros dos ponentes de Guatemala y Portugal.
Resaltamos algunos elementos esenciales que Alfredo refirió en su reflexión:
- La tentación de circunscribir la mirada y nuestras dedicaciones al ámbito de nuestras capillas. Con ello quería referir el exceso de importancia que pueden llegar a tener las bibliotecas en tanto edificaciones, restando importancia a lo que pasa afuera, que, para la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca, se encuentra en la tierra y el ritmo de la vida campesina, en nuestras “comunidades, como pueblo, como nación, como colectivo”.
- Indicó: “los lectores en las comunidades donde estamos no son usuarios: son nuestra familia, son amigos y compañeros reales y concretos. No son “población destinataria” ni “población beneficiaria”.
- Dijo que “la sola transferencia mecánica de contenidos foráneos desautoriza los saberes endógenos”. Exhortó al reconocimiento de nuestra propia cultura. Porque es esencial que “nuestras bibliotecas sean habitadas por los conocimientos de todo el mundo, pero de todo, y sobre todo del nuestro. Si no, las bibliotecas resultan piadosamente colonizadoras”.
Siempre es iluminador escuchar al Alfredo: gracias a él y a quienes no olvidan su importante papel en el Perú y en Latinoamérica.
El video se encuentra disponible en este enlace:

Nuestras acciones nos definen

Han pasado más de dos meses desde que estamos en aislamiento o cuarentena.
El avalar todas las medidas no solo es una cuestión de cuidado propio: es para solidarizarnos con aquellos que son más vulnerablea. Pero algo está fallando gravemente en la solidaridad de todo el país…
Nuestros familiares que están en la chacra no tienen lo necesario en casa para pasar estos días: algunos productos han subido sus precios y tampoco hay transporte para vender en otros lugares. Eso nos preocupa: como el año tampoco ha sido bueno con las lluvias y ya empezaron las heladas, seguro se perderán las cosechas.
Si todos tomaramos consciencia y fuéramos más sensibles ante esta situación, podríamos mejorar. Sobre todo después de ser causantes, también, de este terrible desastre.
Quieran los dioses y los humanos que nuestro ser solidario, en este tiempo, brille más.

Pandemia y comunidad

En el mes de abril fue invitado Alfredo Mires Ortiz, Asesor Ejecutivo de la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca, a participar en un ciclo de conversaciones vía internet: “El covid-19 a debate: Perspectivas, contextos y subjetividades”, con la temática “Pandemia y comunidad”.
Precisó lo que implica la comunidad: “una forma de percepción basada en los vínculos vitales con todo el entorno. Un sentido de afiliación en el que montañas, ríos, humanos, animales, plantas, piedras, estrellas, vientos, almas comparten el mismo cordón umbilical y, como tales, interactúan y se complementan”.
A su vez, recontó la historia de los virus, pandemias y enfermedades que desde la invasión europea han diezmado a nuestros pueblos; recordó que los indios fueron el combustible del sistema productivo colonialista español: “Aquí la peste que más mató fue la codicia, la agresión permanente, la destrucción de los patrones tradicionales de parentesco, la imposición de un sistema basado en la explotación, el despojo y el desprecio”.
Alfredo enunció que el parentesco comunitario implica: “afinidades y comuniones, coherencias y consecuencias, euritmias y memorias; compadrazgos y comunicaciones; consonancias y camaraderías; enraizamientos y entronques; concordancias y correspondencias; idilios y caricias”.
¡Gracias, compañero, por tus enseñanzas y claridades!

“No se suicidan los muertos”

Esteban Pavletich logra construir una dramática e intensa novela que tiene como eje geográfico la ciudad serrana de Huánuco, y el relato de don Apolinario Torrejón que, a través de su diario, fue contando los sufrimientos y desgracias de quienes eran obligados a trabajar en la hacienda “El Triunfo”, centro de explotación agrícola y, a la vez, prisión e imperio de la opresión y la impiedad, perteneciente al caudillo Aníbal Morand.
La obra de Pavletich logra mostrar con genialidad y crítica social las circunstancias en las que vivieron centenares, miles de hermanos nuestros: indios, mestizos, cholos, gente humilde y sencilla, en la hacienda; a la vez logra describir las características de las geografías bravías y duras del Perú, de la selva, la montaña; también muestra algunas costumbres de los pueblos andinos al jugar al “jaraijarai”, diversión indígena empleada para amenizar los velorios; o las detalladas descripciones de la chaccha de coca.
¡Invitados a reconocer y leer más a este gran autor peruano!

Radialistas

José Ignacio López Vigil es un comunicador y capacitador radiofónico. Junto con su hermana María, periodista y escritora de literatura testimonial e infantil, fundó radialistas.net (con sede en Quito, Ecuador), “un centro de producción al servicio de todos los continentes, que contribuye a la democratización de las comunicaciones desde las perspectivas de género, ciudadanía y defensa de la Madre Tierra”, como ellos mismos sustentan.
Ahí se encuentran radio programas diversos, críticos y de concientización, fundamentados en la realidad social de Latinoamérica. Entre los más conocidos están Un paisano me contó, como también la serie 500 años, basado en el libro Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano.
Rumi Mires, voluntario de la Red, creció desde niño con estas series radiofónicas: las escuchó una y otra vez, las conoció de punta a punta y, ya más grande, se suscribió a radialistas.net.
Desde hace unos meses, Rumi estudia una maestría en Quito y tuvo la posibilidad de conocer y encontrarse con José Ignacio López Vigil, amigo de muchos años de nuestra Red y de nuestro compañero Alfredo.
Rumi quedó encantado con este encuentro y recibió como regalo, además, una copia de Killaricocha, una producción de radialistas que enfoca, de muchos modos, la lucha del pueblo cajamarquino contra la depredación extractivista.
Rumi ha compartido esta producción en los Círculos de lectura de la Red: una experiencia impresionante.
¡Gracias, Rumi; gracias, José Ignacio y radialistas!

Recital por la palabra

Nuestra compañera Marleny Oliveira, Coordinadora de la Red en la provincia de San Ignacio, extendió la invitación a participar en el recital poético virtual para conmemorar el Día del idioma y del libro, el pasado 23 de abril.
A este encuentro virtual fue invitado nuestro compañero Alfredo, quien compartió algunas coplas de sus “Resuellos - Coplitas de andar viviendo”:
“¿Dónde yace el centinela
del oxígeno del mundo?
-en su jardín incendiado,
en el dolor más profundo”
(Bagua, por junio 5)

Por P. Juan Bottasso

A raíz de la publicación del nº 6 de “Decires y Escritos”, con el título «La Tierra en el Cielo – Homenaje a P. Juan Bottasso», la Hna. Wendy Cotter, CSJ, amiga de nuestro compañero Alfredo, escribió un comentario acerca de su lectura que –con su permiso– compartimos aquí:
“Muchas gracias por enviarme este conmovedor homenaje al Padre Bottasso, que también revela algo de su propio viaje, un viaje que el Padre Bottasso consideraría maravilloso y que da tanto fruto
Su homenaje me hizo desear escuchar al padre Bottasso y busqué algún discurso que pudiera haber dado, alguno grabado. Lo encuentro carismático y tan erudito, tan arraigado en la realidad y la comprensión:
Este vídeo fue grabado el 20 de diciembre de 2018, casi exactamente un año antes de su paso. Padre Juan murió en la víspera de Navidad: hay un gran símbolo allí.
Es la noche en que nuestras esperanzas de un salvador se cumplen por fin: una nueva vida salvando vidas.
Parece una persona que afirmó y apoyó, celebró el regalo de la vida y la libertad y el respeto por cada persona, cada pueblo. Su homenaje me dijo qué inspiración era él, y como persona inspirada, esa misma inspiración puede ser pasada a todos.
Un fuerte abrazo
Wendy”.