Venimos publicando más de 150 títulos, siempre desde, con y para el campo.
Cuando se ve un libro, no siempre se dimensiona el enorme trabajo que
significa tener esa joya en las manos. Como nuestros libros se producen en
comunidad, el primer paso siempre es decidir juntos el rescate y su realización.
Esto implica caminar y tener reuniones con muchas personas con quienes grabamos
los testimonios o revisamos los relatos escritos –también por los propios
comuneros– de los Cuadernos de Rescate. Para no perder nunca ese tesoro de
información, buscamos diversas maneras de guardarla: todo un proceso del ATOC
(nuestro Archivo de la Tradición Oral cajamarquina). Luego hay que decidir
cuáles de los textos o testimonios formarán parte del libro que queremos
publicar. Vienen las transcripciones, el procesamiento de los textos, las
correcciones… Agregamos los dibujos y traspasamos a un formato editable. Cada
libro es como nuevo un hijo que va naciendo y diciendo.
Así, puede sonar muy fácil, pero son horas, días, meses y años de
trabajo minucioso: todos ayudamos –en lo que podemos– a la persona responsable
de todo este proceso. Sobre todo en la revisión de cada libro.
Revisar es una tarea delicada, y no es de imaginar cuántas fallas y
fallitas se nos escapan. Leer y re-leer, ver con detención cada detalle para
que salga un libro limpio y bien presentable, es un reto que nos tomamos muy en
serio en nuestra Red.
Esto significa que aprovechamos los ojos generosos y diestros para
ayudarnos en cada revisión.
Este enero hemos tenido la enorme ayuda voluntaria de nuestra querida
amiga Ana María Rojas Espinoza, de Santiago de Chile, quien había venido a
pasar un tiempo con nosotros.
Con mucha dedicación y esmero, Ana María re-visó uno de los libros
grandes que está “en bandeja”, o sea, pronto a publicarse: El Inventario
Cajamarquino de Arte Rupestre.
Gracias, comuneros. Gracias, comunidad. Gracias, Ana María.
No hay comentarios:
Publicar un comentario