abril 29, 2019

Sueño

Hace poco menos de tres años tuvimos en nuestra casa comunal un gato que se llamaba “Ñaupa”.
El compañero paraba entre los libros; quizá solo nos hizo creer que leía, pero ese ronroneo en medio de un libro abierto parecía el murmullo de un muchacho leyendo.
En noviembre del 2016 llegó “Palomo”: lo encontramos en la calle, malherido.
Él nunca ha sido lector ni ha mostrado interés por la lectura, sobre todo desde que hallamos –también botadito en la calle y hambriento– a “Plumo”, en el mes de febrero.
Ya vamos a hablar con ellos, a ver si hacen algo más que andar durmiendo.

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