octubre 18, 2017

Andares en Contumazá

“El cerro Colladar anuncia lluvias: el apu se ha puesto gorro”, indicó Alfredo. Son las señales que la naturaleza plena —por los caminos hacia Contumazá— nos mostraba. Podríamos decir que esta provincia además de ser “Tierra de intelectuales y buen trigo”, como anuncia un enorme cartel a la entrada del pueblo, es tierra de bibliotecarios y comuneros, pues, el movimiento de libros, lecturas y conversas animan diariamente a las familias contumacinas. Y los encuentros tuvieron corazón y sentimiento.
Con la familia de Ramiro Yglesias, coordinador de la zona, doña Isabel, su hijo Javier y la grata compañía de Roque Florián, veterano coordinador del sector La Cocha, aprendimos el significado de la palabra Comunidad, cómo funciona esta manera de tenencia de la tierra, las dificultades y las estrategias de organización.
Con Andrés Léon, otro de los bibliotecarios veteranos de la Red, tuvimos una entrevista para rememorar los inicios, sus recuerdos del padre Juan Medcalf y de Alfredo Mires (“Cuando él estaba chibolito”, nos dijo).
Con Marcos Florián, bibliotecario de Taya El Colal, también tuvimos un memorable encuentro. Él, con entusiasmo mostraba, su cuaderno de rescate pleno de letras, recuerdos, sabiduría y sencillez; las palabras, los dibujos, el conocimiento campesino puesto a disposición para ser publicado, para compartir y avivar las voces nuestras.
Contumazá es realmente una provincia de comuneros inmensos; ellos, con los libros, las lecturas y las escrituras de sus propias tradiciones, han hecho de la Red de Bibliotecas Rurales una experiencia ejemplar para toda esta familia.

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