(Breves fragmentos de transcripción libre hecha por la SCPM de la Red a la carta original de Francisco de Chaves aparecida en “Exsul Inmeritus Blas Valera Populo Suo e Historia et Rudimenta Linguae Piruanorum”. Editado por Laura Laurencich Minelli y la MP de Chachapoyas, 2009)
A la Sacra Católica Majestad del Rey Nuestro Señor en España:
Con el debido acatamiento que debo, yo, Francisco de Chaves, conquistador en este reino del Perú y como humilde servidor que me tengo escribo a vuestra Majestad dándole cuenta de todo lo que en esta tierra ha sucedido después que en ella entró el gobernador don Francisco Pizarro, con el cual yo vine aquí en el mismo navío, en la resolución de conquistar un reino.
No obstante lo que dicen los otros de la empresa victoriosa contra el rey de estas tierras, el cacique Atahualpa, certifico que esto que escribo es la verdadera verdad de las cosas pasadas, para hacer justicia y remediarlas, de manera que la honra y la autoridad de la corona de España, la fuerza y la lealtad de sus armas no sea enlodada por lo que ha sucedido en Cajamarca.
Sepa que vino en aquel navío Fray Vicente de Valverde de la orden de Santo Domingo con Fray Juano de Yepes y Fray Resinaldo de Pedraza. Don Francisco Pizarro y los tres religiosos conversaban en el navío mucho tiempo juntos y no para hablar de la cura del alma del dicho capitán…
Yo escuché parte por parte la plática entre los cuatro, que los indios gustaban mucho de nuestro vino pues no lo conocían, que el capitán había notado en los viajes precedentes y hallado como medio para hacerse amigo de los indios y vencerlos…
Francisco Pizarro preguntó a Fray Yepes si había disuelto el veneno según lo que ya había proveído, para realizar sus diabólicos pensamientos y sellar cuatro barriles de moscato con una dosis de envenenamiento tan caudalosa y poderosa (…)
Francisco Pizarro ofreció el vino envenenado con buenas palabras de persuasión y amigabilidad persuadiéndolos que vinimos en paz…pero en el corazón ya tenían su dañada intención con los frailes de hacerse señores de todo este reino…
En el vino envenenado está la verdad de la conquista, que Pizarro escondió. No tuvimos la victoria por nuestro ánimo ni por nuestra determinación de vencer o morir, según las lenguas dicen.
Pizarro rechazó de combatir desde el principio recurriendo al fraude que deshonra a un caballero del hábito de Santiago…
Así fue que el mortífero veneno dio el triunfo a Pizarro… La codicia de todo el oro del mundo no puede jamás perder así el juicio de un caudillo, para hacer como se ha hecho, una suprema injuria…
Tengo confianza que vuestra Majestad hará justicia tan ejemplar como la atrocidad de los delitos lo requieren.
Escrita en Cajamarca a 5 de agosto de 1533.
Su humilde siervo
Don Francisco de Chaves
Con el debido acatamiento que debo, yo, Francisco de Chaves, conquistador en este reino del Perú y como humilde servidor que me tengo escribo a vuestra Majestad dándole cuenta de todo lo que en esta tierra ha sucedido después que en ella entró el gobernador don Francisco Pizarro, con el cual yo vine aquí en el mismo navío, en la resolución de conquistar un reino.
No obstante lo que dicen los otros de la empresa victoriosa contra el rey de estas tierras, el cacique Atahualpa, certifico que esto que escribo es la verdadera verdad de las cosas pasadas, para hacer justicia y remediarlas, de manera que la honra y la autoridad de la corona de España, la fuerza y la lealtad de sus armas no sea enlodada por lo que ha sucedido en Cajamarca.
Sepa que vino en aquel navío Fray Vicente de Valverde de la orden de Santo Domingo con Fray Juano de Yepes y Fray Resinaldo de Pedraza. Don Francisco Pizarro y los tres religiosos conversaban en el navío mucho tiempo juntos y no para hablar de la cura del alma del dicho capitán…
Yo escuché parte por parte la plática entre los cuatro, que los indios gustaban mucho de nuestro vino pues no lo conocían, que el capitán había notado en los viajes precedentes y hallado como medio para hacerse amigo de los indios y vencerlos…
Francisco Pizarro preguntó a Fray Yepes si había disuelto el veneno según lo que ya había proveído, para realizar sus diabólicos pensamientos y sellar cuatro barriles de moscato con una dosis de envenenamiento tan caudalosa y poderosa (…)
Francisco Pizarro ofreció el vino envenenado con buenas palabras de persuasión y amigabilidad persuadiéndolos que vinimos en paz…pero en el corazón ya tenían su dañada intención con los frailes de hacerse señores de todo este reino…
En el vino envenenado está la verdad de la conquista, que Pizarro escondió. No tuvimos la victoria por nuestro ánimo ni por nuestra determinación de vencer o morir, según las lenguas dicen.
Pizarro rechazó de combatir desde el principio recurriendo al fraude que deshonra a un caballero del hábito de Santiago…
Así fue que el mortífero veneno dio el triunfo a Pizarro… La codicia de todo el oro del mundo no puede jamás perder así el juicio de un caudillo, para hacer como se ha hecho, una suprema injuria…
Tengo confianza que vuestra Majestad hará justicia tan ejemplar como la atrocidad de los delitos lo requieren.
Escrita en Cajamarca a 5 de agosto de 1533.
Su humilde siervo
Don Francisco de Chaves
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