Cada 2 de noviembre celebramos el Ayamarkayquilla, el día de los difuntos. Transcribimos este relato de nuestra tradición oral cajamarquina:
Cuenta don Alfredo Padilla que una vez lo visitó un señor de Pomarongo, con su hijo y su nieto, a venderle ollas. Llegó como a las 3 de la tarde. Llegó enfermo, se había resfriado y le había dado el sol. Como don Alfredo era curioso y hierbero y curaba en su comunidad, y como el señor forastero era anciano, le dio posada y lo curó.
Cuando después de 3 días el forastero se puso mejor, le preguntó:
- ¿Cuánto me cobra por haberme curado la enfermedad?
Don Alfredo tuvo mucha voluntad y no le cobró nada, porque además era anciano. Entonces el forastero le dijo:
- Gracias por la gracia de su medicina. Dios le bendiga.
- Por la gracia le voy a contar mi realidad. Yo he muerto. Después hey ido a nuestra casa donde nos piden cuentas. El juez los llama en lista a todos para dar su declaración. Buscaron en la lista pero no se encontraban mis apellidos, sólo mi nombre. Entonces me dejaron para el último. Yo vi como llegaban a la casa los pobres y los ricos. Dentro de la casa formaban cola para irse a la mesa donde está el Juez. Vi cómo los ricos salían por la portada ancha y se iban al fuego eterno. Y los pobres salían a la gloria por la puerta angosta, atrás de la casa, a comer su fiambre. Cuando el Juez terminó de llamar toda la lista, me llamó:
- Señor Agustín Rojas: vuélvete a tu tierra, todavía no eres llamado. Y contarás a tus vecinos durante un año lo que te ha sucedido.
1 comentario:
Me gusta su asociacion y los fines que persiguen y tambien lo que hacen por esta ciudad. Gracias...
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