septiembre 28, 2010

La candela

Un hombre le dijo a su mujer:
– Me voy a trabajar solo.
A las doce del día la mujer se fue a dalo su comida.
Asomó por una fila y vio hartotes peones y dijo:
– ¡Qué va a alcanzar mi comida! Me dijo que iba a trabajar solo y tiene hartos peones. Les dará de comer a cucharitas.
Después asomó por otra fila y vio que estaba solito.
Así preguntó:
– ¿Y en dónde están los peones? Yo te he visto de la otra fila con hartos peones.
– ¿Quién me va a ayudar? Yo solito trabajo.
Se fue dándole de comer. Asomó por la otra fila y vuelta vio lo mismo, los peones hartos.
– ¿En dónde habrán estado los peones? –decía.
En la tarde llegó su hombre y le preguntó en dónde han estado los peones.
– Nadie ha habido. Solito trabajo.
Después, un día, se sentaron en su casa los dos, y la señora se puso a despiojarlo. Él se recostó en su mishacay.
Como estaba muy sucio, la mujer agarró una taza de agua y lo lavó la cara. El hombre se asustó y se fue diciendo:
– ¡Chisssschisss, hoy sí, me hallarás en fósforos, en acero y en piedras!
La mujer decía:
– ¿Qué pue lo hice a mi marido?
Se quedó llorando.
Desde ahí, cuando se chancan las piedras, los fósforos o el fierro, siempre sale candela.
Contado por Luciano Huacchama, de Huayllapampa.
Recogido por Sigifredo Fernández Sangay, de Pariamarca.

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