Una señora venía, pasaba por el camino y qué pue el viejo estaba sque echao así en una quebradita.
Entonces la señora sque pensaba "Algún señor se ha quedado muerto, él se ha quedado durmiendo allí”, y lo llamó pue:
– Oiga, señor –sque le dijo–, ¡levántese, levántese!
Se levantó sque pue y poquito se vino el viento, le quitó el sombrero a la señora y entonces sque dijo:
– ¡Qué pue este viento maldiciao me quita mi sombrero!
Y peor sque se hizo, que se fue el viejo así y le quitó sque su ropa, lo desnudó a la señora, lo llevó su ropa lejos, pobrecita.
Con el viento viene el shapingo.
Cuando lo maldecimos peor es el viento: quiebra montes, levanta las casas, cuando se mete a una casa lo levanta el techo.
A mi abuelita el viento lo desnudó en los Baños del Inca, lo trajo su ropa y lo halló sque aquí en su casa.
El viento es enemigo, pue.
Por eso cuando venía el viento y lo llevaba la gavilla de alverja, mi abuelita decía que no dijéramos "¡Este viento maldiciao!", porque más fuerte pue se hacía.
"¡No le maldicien al viento"', decía, porque peor se hace.
Justa y Cirilo Portilla, de Ñamas
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