diciembre 29, 2010

Bibliotecas públicas de ayer y hoy

Revisando un antiguo ejemplar de la revista Fénix de la Biblioteca Nacional del Perú, encontré dos notas entre muchas otras sobre bibliotecas públicas en Lima y provincias, que se refieren a Piura y que muestran dos actitudes opuestas y muy significativas frente a la necesidad de lectura de los peruanos.
La Biblioteca Municipal de Ayabaca, fundada en 1957, tenía un bibliotecario que iba de casa en casa ofreciendo libros que dejaba encargados con la familia y después los devolvían. Así logró interesar a muchas personas que nunca habían tenido libros para leer. Algo similar ocurre desde 1971 con las Bibliotecas Rurales de Cajamarca. Mientras tanto, acá cerca, en Catacaos, la Municipalidad dispuso el cierre de su biblioteca en setiembre de 1957 aduciendo que la escasa asistencia de usuarios no justificaba el "esfuerzo" de sostener dicho servicio.
Estos dos ejemplos se siguen repitiendo en todo el país. Mientras algunos gobiernos locales invierten en sus bibliotecas, otros las cierran para minimizar gastos. Hasta ahora, hay municipalidades que disponen el cierre de sus bibliotecas entre los meses de enero y marzo, justamente cuando los niños están de vacaciones y sería muy oportuno ofrecerles programas de promoción de lectura.
Recientemente hemos visto un cartel en la puerta de una biblioteca en un caserío piurano: "Prohibido el ingreso a niños menores de 7 años". Si no los estimulamos a leer ¿cómo y cuándo aprenderán a comprender lo leído? La comprensión de la lectura no se aprende en un curso ni en varios, es sencillamente la consecuencia de una larga práctica lectora que cuanto más temprano y placenteramente comience más éxitos logrará.
Mientras algunos bibliotecarios se esfuerzan por mejorar sus servicios, otros son despedidos porque no se puede contratar trabajadores por más de once meses para no generar compromisos laborales, en consecuencia la biblioteca pierde lectores, pierde libros, y cada año empiezan de nuevo, sin progresos posibles.
Es de imaginarse lo que ocurrirá cuando ya hayan cesado todos los trabajadores nombrados y se haga realidad el sueño de los neoliberalistas de lograr un estado invisible: desaparecerán las bibliotecas y no precisamente por culpa de internet, como algunos temen.


Anahí Baylon Albizu

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