septiembre 10, 2011

En vereda


Cuando la familia crece y más cuando sus miembros se encuentran dispersos, siempre hace falta contar con algún lugarcito que nos permita reunirnos, al menos de tiempo en tiempo, para recordarnos que no estamos solos, para prepararnos juntos y seguir andando.
Hace varios años la familia de Bibliotecas Rurales empezó a construir su casa aunando esfuerzos con todos los miembros de la Red procedentes de las diferentes comunidades, en un trabajo mancomunado y voluntario llamado en lengua quechua minga.
Esta nuestra casa, aparte de haber quedado bien hecha, tiene la virtud de acogernos en nuestras asambleas: por eso la queremos tanto y nos preocupamos de cuidarla y de que cada día se vea más bonita.
Hace unos días, compañeros nuestros arreglaron la vereda de la entrada para protegerla de la humedad y de aquellos inconscientes que tiran basura en la calle.
“¡Lleguen, lleguen!”, decimos en el campo cuando animamos a alguien dándole la bienvenida al visitarnos.

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