A principios de octubre, generalmente, nos toca la visita a los niños del Programa Comunitario que viven en Santa Ana.
Santa Ana queda en el último rincón de Cajamarca, hacia el sur oeste; tiene entonces un acceso mucho más fácil hacia Cascas y el Departamento de La Libertad.
Para llegar a Santa Ana tenemos que emprender un viaje largo.
Habitualmente, el primer día tratamos de llegar hasta la provincia de Contumazá para partir el segundo día, muy temprano, hacia Santa Ana.
Luego, la bajada de un par de horas por Cosiete –tierra del tío Lino y sus curiosos cuentos– es muy empinada; la carretera no es afirmada, es muy angosta y tiene curvas muy cerradas, con precipicios interminables, lo cual convierte nuestro viaje cada año en un verdadero desafío.
Es por eso que siempre tratamos de viajar en grupo, por si acaso pase algo y así podamos cuidarnos entre todos.
Con buen ánimo y conscientes de todos estos retos partimos, una vez más, hacia la tierra de Gabi (la niña de “Los ojos de Gabi”)… ¡pero casi no llegamos ni a Contumazá! Subiendo desde Chilete, la vieja y maltratada camioneta perdió de súbito los frenos y la dirección: se apagó todo en plena curva. Luego arrancó, pero se apagaba cada veinte metros, dejando fuera cualquier posibilidad de manejar, siempre sin dirección ni frenos.
Cada vez era peor, aumentando la tensión de los que viajábamos.
Alfredo iba de piloto e íbamos también con los niños. Y la noche iba cayendo.
Un auto colectivo se detuvo para ayudarnos, esas bendiciones de gente solidaria, y ensayando varios “trucos” alcanzamos a llegar, ya bien entrada la noche, a Contumazá.
Recién ahí alcanzamos a comprobar los enormes peligros a los que nos habíamos expuesto.
Ya no pudimos llegar hasta la comunidad y no dejamos de lamentarlo. Pero estamos agradecidos porque no pasó nada más grave; agradeciendo a Diosito y los Apus por habernos cuidado, por haber puesto a tantas personas buenas y amables en este recorrido difícil, como muchos de los que hacemos.
Esos caminos y esos sentidos no aparecen en los proyectos, los informes, las evaluaciones ni en las nociones de desarrollo.
Rita Mocker
noviembre 11, 2011
Un viaje frustrado
Posted by
Red Bibliotecas Rurales
a las
10:27
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1 comentario:
Tienes razón Rita, a nadie le interesa saber qué dificultades sorteaste para lograr un objetivo. Ojalá fuese porque, enterados, quisieran acompañar.
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