octubre 13, 2012

Kepa Osoro

Compartiendo lecturas. Un texto de Kepa Osoro Iturbe, español experto en bibliotecas escolares, literatura infantil y juvenil, animación a la lectura y comprensión lectora, Asesor del Gobierno Vasco en el Programa de Bibliotecas Escolares.
Latinoamérica, África, Asia no han de sentirse a los pies de nadie ni por debajo de ninguna barrera omnisciente, opresora y todopoderosa. En la medida que estos pueblos se arrastren en una humillante caída libre a los pies de los llamados países del Primer Mundo; en la medida en que la autoestima de cada uno de los habitantes de estas tierras no se redoble… seguiremos hablando de pensamiento cautivo, de dignidad pisoteada, de generaciones sin futuro. (…)
Charles Robinson advertía irónicamente de lo “peligrosas“ que son las bibliotecas para los gobiernos que no se sienten cómodos con la libertad de información y pensamiento a la que puede llevar el uso indiscriminado y frecuente de los centros públicos de lectura. Y es que el individuo que lee, que elige sus referentes ideológicos y su acervo intelectual difícilmente será manipulable y se conformará con la opresión.
Al leer el individuo asume riesgos porque el texto producirá cambios inevitables en su personalidad. Del mismo modo que el lector interpreta y manipula los textos al leerlos, ya sea porque los relaciona con sus conocimientos y bagaje experiencial, ya porque lo desfigura movido por su fantasía, no puede evitar que las imágenes y las palabras que le regala el escritor calen en su interior y le transformen (…)
El libro puede ayudar al niño a liberarse del dominio adulto, pero también puede ejercer sobre él una presión alienante; ninguna obra artística está vacía de ideología y la literatura para niños no es una excepción. A través de los personajes y sus aventuras, el mundo adulto transmite estereotipos y actitudes pasivas y sumisas que el pequeño ha de aplicar porque son “políticamente correctas”. Entre otras cosas le enseñan que el adulto sabe más, lo puede todo y nunca se equivoca y que a él, pobre criatura en formación, le corresponde el papel de obedecer y aprender (…)
Sin lectura no hay creatividad, no hay pensamiento divergente y crítico; la lectura es el principal motor del cambio, inicialmente personal y, por extensión, social. Leer te permite transgredir imaginaria y teóricamente para luego “obligarte” a reivindicar, a transformar y a no conformarte con una existencia vulgar, anodina o convencional.

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