De regreso seguimos buscando a nuestros bibliotecarios y buscamos también caminos de herradura. Hay mucho barro y ya comenzó la lluvia; casi estamos coleccionando caídas y levantadas, pero debemos llegar a San Marcos para volver a Cajamarca.
¡Y qué diferencias encontramos!: tanto respeto en el campo, en la casa de don Fidencio y en el camino. Ahora estamos en la combi y las expresiones de algunos pasajeros nos devuelven a la dura realidad de la “civilizada ciudad” y su caos, del lenguaje soez y la conversación insulsa, la actitud de los que no tienen ni un poquito de respeto a los demás…
Todavía nos falta mucho por trabajar y mucho por aprender.
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