Aprovechando
la presencia de Helen y Kate Heery, viajamos a la provincia de Contumazá para
visitar algunas bibliotecas.
Aunque
no faltan pesares, el ánimo de los comuneros bibliotecarios es aleccionador. Y
Ramiro Yglesias, nuestro Coordinador, no cesa en sus empeños para que la
lectura reavive la vida comunitaria.
En
la ciudad tuvimos la suerte de encontrarnos y saludar a doña Rosa Castillo,
bibliotecaria de Chilim Taya del Colal y, ya en el campo, visitamos a Janet
Cedrón, bibliotecaria de La Travesía.
Es
tiempo de cosechas de trigo y de trillas en la zona, así que hay mucho trabajo
en el campo. Pero no falta el afecto, la chicha de bienvenida y un tiempo para
la conversa.
Visitamos
también a Guillermo Paredes, veterano bibliotecario de la comunidad de
Tamalurco; casi llegando a la comunidad de Shamón nos cruzamos con la señora
Lucía Miranda, bibliotecaria del lugar, quien iba ya hacia los campos llevando
el almuerzo para los trabajadores de la trilla.
No
tuvimos la suerte de encontrar a Marta Iglesias, la joven y entusiasta
bibliotecaria de la Hoyada Verde, pero estuvo la familia, con el generoso
fervor de siempre.
Contumazá,
en general, es una ciudad limpia que no ha caído en el vicio de construir
adefesios de edificios en su zona, aunque no faltan en muchos lados –en el
desmadre de la propaganda electoral–, las pintas en las peñas y las paredes
malogrando el paisaje.
Y
se nota la falta de agua, la migración del campo a la ciudad con el consecuente
abandono de las escuelitas rurales…
Pero
ahí vamos, juntos, buscando caminos y caminando.
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