Como
profesora, este año estoy trabajando con niños de primer grado; ellos tienen
entre 6 y 7 años de edad.
Lo
que más me gusta de mis niños es que les gusta leer. Por eso, en nuestra aula,
hemos adaptado un espacio para dedicar unos momentos de cada día a la lectura.
No siempre es a la misma hora, aunque preferimos que los rayos del sol ya estén
“al otro lado” porque, si no, nos queman mucho.
Como
es un espacio pequeño y frío debido a los materiales del piso, hemos colocado
algunas alfombras que nos permiten sentarnos más cómodos; y para no ensuciar
nuestra “salita de lectura” entramos solamente en medias, así evitamos que el
polvo de los zapatos cubra este espacio.
Cada
niño escoge lo que quiere leer y tenemos toda clase de libro: obras pequeñas
para niños, cuentos, libros acerca de curiosidades, de dinosaurios, poemas para
niños, revistas, diccionarios, atlas de geografía y todo aquello que desata su
interés y su curiosidad por la lectura. Pero también tenemos los libros
escritos por los propios campesinos cajamarquinos, libros de las Bibliotecas
Rurales que cuentan –de la manera más entretenida– nuestras tradiciones, mitos
y leyendas propios de esta comunidad.
Muchos
de mis niños gustan de esta lectura, así como Sebastián, quien descalzo,
sentadito en un rincón, lee un cuento acerca de la serpiente antigua, el mismo
que después corrió a contarme lleno de emoción y satisfacción: “¡En este libro hay un cuento que habla
acerca de la serpiente, profesora, tienes que leerlo!”.
Lola
Paredes
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