Hace
unos años, el Programa Comunitario pasó por una consultoría externa a manera de
evaluación de nuestro trabajo.
Muchas
cosas nos dijeron en ese entonces: que no contamos con el documento tal, que
falta especificar el proceso cual, que no podíamos sustentar la acción “x” y
que necesitábamos los formatos “xx” para mejorar nuestro trabajo.
Nosotros
escuchábamos, atentos, porque siempre estamos dispuestos a aprender y a mejorar
nuestro quehacer con los niños con capacidades proyectables. Por este acompañar
estamos exigiendo a nuestros coordinadores a planificar, observar, evaluar y
documentar su trabajo constantemente.
Pero
muchos de ellos se cansan. Son campesinos y trabajan durísimo en sus chacras.
En las noches o en otro momento libre se dedican como voluntarios al acompañamiento
y la atención de estos niños con alguna discapacidad.
Cuando
salimos al campo a visitar a nuestros coordinadores y los niños que atienden,
nos sobreviene siempre la avalancha de ternura, alegría y cariño que existe
entre ellos. Nos quedamos atónitos frente a lo que han logrado y están logrando
con este amor. Y lo de la evaluación y los documentos se hace chiquitito, casi
imperceptible.
Y
eso no tiene formato.
Eso
nos pasó también durante nuestra última visita a Santa Ana, donde nos reunimos
con nuestro coordinador Marciano y los Juanitos
a su cargo.
Gracias,
Marciano, por hacernos ver.
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