Andamos animándonos a leer, a seguir
andando, sin rendirnos.
Más todavía ahora y siempre.
Muchas veces nuestro compañero
Alfredo nos anima diciendo: “El libro no
necesita pilas ni electricidad, puede funcionar en cualquier lugar”. Y
claro que tiene razón: nosotros podemos llevar ese ánimo de hacer mejor las
cosas a cualquier lugar.
Es como una herramienta que nos guía
cada día, en donde quiera que estemos: “La
lectura es un acto de libertad –nos dice– y el peso del libro depende de nuestra propia carga”.
“Cuando uno
vuelve a leer un libro, uno vuelve a ser el libro: el libro vuelve a escribirse
dentro de uno”.
Así nos insiste Alfredo, y eso nos hace pensar que el libro tiene miles de
vidas que cada uno puede hacer nacer.
Gracias, por estos libros y por esa
pasión comunitaria por la lectura.
Así se entiende mejor aquello de “¡Cuánto tenemos que saber para comprender
qué poco sabemos!”.
Esto nos anima a seguir leyendo y
aprendiendo cada día, ya que el camino es más bonito cuando lo recorremos juntos.
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