Sube a nacer conmigo, hermano.
Dame la mano desde la profunda zona
de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado:
Yo vengo a hablar
por vuestra boca muerta…
Así clama este poema de Pablo Neruda (“Alturas de Macchu Picchu”, en Canto General), que ahora hemos transcrito en las gradas de nuestra casa, como para ir subiendo y sintiendo mientras leemos.
Así leemos cuando subimos. Y subimos cuando leemos.
Dadme el silencio, el agua, la esperanza.
Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.
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