Como
voluntario de la Red, en algunas ocasiones acompaño las visitas que se hacen a
las comunidades en el campo.
Hace
unas semanas anduvimos por la provincia cajamarquina de San Miguel y recalamos
en algunos de los pueblos más bellos de la región. Esta belleza radica no solo
en la calidez de su gente y sus ancestrales costumbres, sino que además, por su
ubicación geográfica, en estos lugares se puede ver como el sol se despide
todos los días detrás del mar.
Hay
incluso un punto privilegiado, altísimo, para observar la puesta del sol. Y ahí
estuvimos. Pero hubo algo que nos chocó. Sobre este mismo punto desde el que
puede verse este maravilloso espectáculo, se ha construido una escuela: no hay
una sola ventana hacia el paisaje.
Uno
pensaría que su ubicación es propicia para generar experiencias y aprendizajes
ligados a la identidad profunda en los estudiantes, pero todas las puertas y las
ventanas están orientadas en dirección opuesta.
Este
tipo de construcciones justifican y explican las palabras del célebre escritor
escocés Arthur Conan Doyle: “Cuando uno
trata de elevarse por encima de la naturaleza, se predispone a caer debajo de
ella”.
Rumi
Mires
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