Nuestro compañero Alfredo Mires cuenta
la experiencia de la Red, sus principios, sus inicios y sus aprendizajes:
“Hemos incorporado al corpus conceptual
de la Red la palabra quechua “ñutqo”, que significa médula, que es la que atraviesa,
conduce, mueve e inspira todo el cuerpo”.
Así comienza a contarnos acerca de
tres principios básicos:
“El voluntariado, uno de los
ríos subterráneos que atraviesa la Red y que significa que el accionar se hace
por convicción y decisión propia.
El consenso, puesto que las
decisiones se toman en colectivo y por consenso no hay una mayoría que decide
sobre minoría; nos consultamos y estamos de acuerdo con todo; esto permite que
haya búsquedas comunes y repercute en el sentido de comunidad.
Y la tradición campesina, la cultura
campesina y el conocimiento propio, pues estamos abiertos a todos los saberes
del mundo, pero sin subestimar el conocimiento propio, sin dejar de lado la
sabiduría que nuestros propios padres y abuelos nos han inculcado desde siempre;
podemos yaparlo, sin soslayar aquellos conocimientos que nos ha hecho posibles
como pueblos, como comunidades”.
Nos cuenta que las Bibliotecas comenzaron
en la comunidad cajamarquina de Huayrasitana, muy lentamente, y que año a año
se fue probando, captando posibilidades desde la propia población; comienza
como una propuesta que fue germinando como una plantita en una chacra y
atendida por los propios comuneros, fue abonándose, amacollando, yapándose,
hasta lograr tener una determinada forma, pero que sigue variando según las
demandas y los procesos de la propia comunidad.
Nos dice de sus dos más grandes
aprendizajes: la capacitación, principalmente como autoformación, y el proceso
de creación de la Enciclopedia Campesina: “Los libros que anidan en la Red con
contenido de las propias comunidades, tienen un lugar privilegiado, porque lo
que sabemos vale, es bello y es de aquí, y es un medio estratégico fabuloso,
porque cuando un niño campesino llega a la escuela y se encuentra con libros
escritos en su propia forma de hablar, le pierde el miedo y le agarra cariño y
le será más fácil leer entonces cualquier otro libro.
Deberíamos insistir en este encuentro
con el libro con la lectura, como un encuentro profundamente humano, con la
naturaleza, con la sociedad, con las comunidades”.
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