diciembre 22, 2021

El fondo de la Red

Nuestro compañero Alfredo Mires cuenta la experiencia de la Red, sus principios, sus inicios y sus aprendizajes:
“Hemos incorporado al corpus conceptual de la Red la palabra quechua “ñutqo”, que significa médula, que es la que atraviesa, conduce, mueve e inspira todo el cuerpo”.
Así comienza a contarnos acerca de tres principios básicos:
“El voluntariado, uno de los ríos subterráneos que atraviesa la Red y que significa que el accionar se hace por convicción y decisión propia.
El consenso, puesto que las decisiones se toman en colectivo y por consenso no hay una mayoría que decide sobre minoría; nos consultamos y estamos de acuerdo con todo; esto permite que haya búsquedas comunes y repercute en el sentido de comunidad.
Y la tradición campesina, la cultura campesina y el conocimiento propio, pues estamos abiertos a todos los saberes del mundo, pero sin subestimar el conocimiento propio, sin dejar de lado la sabiduría que nuestros propios padres y abuelos nos han inculcado desde siempre; podemos yaparlo, sin soslayar aquellos conocimientos que nos ha hecho posibles como pueblos, como comunidades”.
Nos cuenta que las Bibliotecas comenzaron en la comunidad cajamarquina de Huayrasitana, muy lentamente, y que año a año se fue probando, captando posibilidades desde la propia población; comienza como una propuesta que fue germinando como una plantita en una chacra y atendida por los propios comuneros, fue abonándose, amacollando, yapándose, hasta lograr tener una determinada forma, pero que sigue variando según las demandas y los procesos de la propia comunidad.
Nos dice de sus dos más grandes aprendizajes: la capacitación, principalmente como autoformación, y el proceso de creación de la Enciclopedia Campesina: “Los libros que anidan en la Red con contenido de las propias comunidades, tienen un lugar privilegiado, porque lo que sabemos vale, es bello y es de aquí, y es un medio estratégico fabuloso, porque cuando un niño campesino llega a la escuela y se encuentra con libros escritos en su propia forma de hablar, le pierde el miedo y le agarra cariño y le será más fácil leer entonces cualquier otro libro.
Deberíamos insistir en este encuentro con el libro con la lectura, como un encuentro profundamente humano, con la naturaleza, con la sociedad, con las comunidades”.

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