agosto 02, 2024

En la casa del colibrí

Después de muchos años, finalmente pude venir aquí por unas semanas: a Cajamarca, al maravilloso proyecto de Bibliotecas Rurales. Y se siente un poco como siempre y al mismo tiempo completamente diferente. Las calles, los sonidos, los olores, el cielo azul, el sol andino y los queridos amigos - un hogar.
Luego, la sede de Bibliotecas Rurales: las numerosas estanterías y vitrinas con los libros de su propia editorial, las oficinas de los voluntarios, la crujiente escalera de madera que conduce a las salas comunes. Cada paso cuenta una historia.
Uno de los lugares más importantes del proyecto es el Hatun Wasi, la sala mayor, para todas las reuniones y encuentros. Ahí es donde voy primero, porque siento el cambio muy fuerte: Alfredo hace mucha falta y, sin embargo, está ahí. Me paro frente al "altar" diseñado con mucho cariño que ahora no solo alberga la urna de Juan, sino también la de Alfredo. Detrás de mí, en la pared opuesta, hay una foto grande de él, al lado de la foto más antigua de Juan. Ahí están los dos fundadores, amigos, apus de Bibliotecas Rurales, mirándonos con una sonrisa. Me paro frente a ellos y los saludo. La pérdida pesa, pesa y duele muchísimo. Estoy llorando. Pero de pronto escucho algo familiar y miro hacia afuera: el chasquido y zumbido de los colibríes. Todavía están ahí: reconfortantes, calmantes, fascinantes y de una belleza única. Caminan entre mundos y tiempos. El zumbido de sus alas significa resurgimiento, confianza, coraje, futuro, y siento claramente que, después de la grave pérdida, los primeros pasos hacia este futuro en el proyecto ya se han dado. De las otras capas del dolor se encargará la vida, poco a poco. Juntos, en comunidad. Tal como se ve escrito en esta sala: En tiempos oscuros nos ayudan quienes han sabido andar en la noche.
¡Gracias por poder estar aquí, nuevamente, con ustedes!
Kyra Grewe

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