septiembre 15, 2024

Las dulces páginas del café

El café es, hoy en día, una de las bebidas más populares en el mundo. Su aroma, sabor y la embriagante energía que provee lo han convertido en compañero en el día a día. El mundo entero quiere café; por las mañanas millones de personas lo beben para comenzar su día, y, sin embargo, pocos reparan en imaginar de dónde viene el grano moreno y cuánto tuvo que atravesar para llegar a su mesa. Una cara poco conocida del comercio del café (y de casi todo producto agrícola) es el desequilibrio en la cadena de valor, donde el agricultor es el que menos gana, generando lo que llamamos comercio injusto o explotación.
Hoy les voy contar una historia distinta, tal vez feliz, sobre el café y un pueblo mágico llamado San Juan de Cutervo en Cajamarca, Perú. 
Por encargo de la fundación Sarah’s Rural Library Fund, y en colaboración con la Red de Bibliotecas Rurales, visité este pequeño, hermoso y remoto pueblo. Con los bibliotecarios rurales de la zona pude conocer su sistema de producción de café y la dinámica del pueblo en torno a su principal fuente de ingresos.
Me contó don Aníbal que, a sus 77 años, vive solo y administra su finca de café y los libros de la Red de Bibliotecas Rurales. El cultivo del café no lo ha convertido en rico, pero puede vivir tranquilo y, además, tener tiempo de compartir los saberes de los libros. Aníbal dice que es común que los estudiantes del colegio San Juan lo visiten para solicitar ayuda en sus tareas y libros.
Don Jorge Carrasco, profesor de la escuela local, es también productor de café y bibliotecario, nos comenta que el ecosistema de la zona ha acogido con bien al café, que se da con buena calidad, con aromas y sabores exaltados.
Según expertos baristas es un café muy bueno y que, además, califica de orgánico, ya que el uso de sustancias químicas en el proceso es casi inexistente. En concreto, el origen de este preciado grano se puede considerar feliz en San Juan de Cutervo.
Y así, entre libros y café, estos bibliotecarios y agricultores comparten la sabiduría que los antiguos cajamarquinos contaban, sentados alrededor del fogón.
Jorge Camacho

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