Alfredo Mires Ortiz, Asesor de la Red, enfatizó en su conferencia:
Para nosotros está claro que la biblioteca no puede ser un agente colonizador y es demasiado el tiempo en el que la historia se ha escrito para anestesiar la osadía.(…)
El tiempo no debe seguir pasando sin que escribamos nuestra propia historia, reivindicando la capacidad de sobrevivir de nuestros esenciales saberes. Lo contrario es seguir auto imponiéndonos el totalitarismo, cerrándole el paso a la obstinación de la memoria y a la insurgencia de lo genuino.
Nosotros creemos que –por naturaleza– una biblioteca pública debería ser multicultural. Una biblioteca monocultural es intolerante, más aún en países como los nuestros, en los que anida una diversidad casi sin límites, tanto que puede resultar extraño hablar de “interculturalidad” en espacios pluriculturales, en los que la expresión de las diferencias se supone inherente a las prácticas sociales. (…)
Urge revisar el rol político que han cumplido y cumplen las bibliotecas como mecanismos de información y formación. Porque ni los libros ni el ejercicio de la lectura son neutrales: el sentido del quehacer bibliotecario puede situarnos como sujetos de la arbitrariedad hegemónica o como protagonistas de la instauración de la paz y de una sociedad respetuosa, justa e igualitaria.
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