Don Laurencio Vigo Sánchez, de la comunidad de Siracat, ingresó a la familia de la Red de Bibliotecas Rurales hace ya muchos años, primero como bibliotecario y posteriormente como Coordinador.
Hace unas semanas participó en la Asamblea General de coordinadores y bibliotecarios, se quedó unos días por motivos de salud –con la esperanza de que en el nuevo hospital fuese atendido con más facilidad que en el local antiguo–, pero su decepción fue igual que siempre: largas colas, inútiles esperas, trámites y más trámites…
Entonces nos sentamos a la conversa para aprender un poco de su experiencia. Y, con una expresión de convencimiento, cuando le preguntamos por qué sigue siendo bibliotecario, qué le motiva, nos dijo:
“Me motiva la lectura, el respeto por nuestras costumbres, el rescate de nuestros conocimientos. Respetar la chacrita, poner la cruz para que nuestras cosechas sean buenas, los rezos en los duelos…
Para mí bibliotecas rurales es la unión, es encontrarnos entre compañeros de un lugar y otro, conocernos, hacer amistad, ver que la familia es más grande.
Antes no teníamos ni siquiera nuestro propio local y nos reuníamos en los Baños del Inca, a veces en el local del INC o en algún lugar donde nos daban posada; pero ahora tenemos nuestra propia casita; ¿cómo vamos a dar marcha atrás, con tanto esfuerzo que la hemos construido entre todos? Es un buen trabajo que ha hecho nuestro compañero Alfredito, si no, ¡dónde estuviéramos, cuánto dinero nos sacarían por hospedaje!
Yo no quiero salir nunca de Bibliotecas, aunque los tiempos se pongan más difíciles. La familia siempre debe estar unida y apoyándose.
Antes caminábamos hasta tres días, a veces nos quedábamos a dormir en el campo porque llegaba la noche y las casas estaban muy distantes. Otras veces nos quedábamos en la casa de alguien que nos daba posada. Pero nunca sentimos el trabajo pesado porque sabíamos que de todas maneras nos íbamos a encontrar con nuestros compañeros bibliotecarios”.
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