En estas semanas me tocó viajar hacia el norte para visitar los niños con capacidades proyectables del Programa Comunitario.
En Cajamarca en estos meses hemos estado pasando por un tiempo muy duro, con mucha sequía, incendios y una extrema falta de agua. Muchos, muchísimos sembríos y semillas ya se han perdido y mucha gente ya no sabe con qué llenar sus ollas y estómagos. Es una situación muy preocupante para todos nosotros.
Aunque ya está empezando a llover, muchos ya no tienen semillas o tienen que comprar de nuevo, endeudándose, sin saber si realmente tendrán cosechas que les permitirán devolver esta deuda.
Por mi parte estaba, entonces, preparada para encontrar chacras con los maíces muriendo, árboles incluso quemados por la helada, animales flacos por la falta de agua y pasto. También había escuchado a la gente de la jalca (la altura) que estaba cayendo granizo y que había helada y me imaginaba los campos con los granos de granizo o la escarcha de hielo en la madrugada. Pero lo que vi era realmente nieve.
Habiendo nacido y vivido en frías tierras germanas, me causó una confusión de sentimientos. Sentí mucha nostalgia, pero también escalofríos imaginándome a la gente aquí y a sus animalitos sin casas abrigadas ni establos, sin ropa que abriga, sin poderse mover para calentar cuerpo –pensando en algunos niños del Programa Comunitario–, sin comida suficiente ni leña para prepararse una bebida caliente. Y sin un gobierno que provee y apoya en estas situaciones.
Será motivo para juntarnos más, para aprender más y prepararnos mejor… porque ya nadie sabe qué se nos viene.
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