A
fines de julio, como que la escuela de Quinuacruz –en la provincia de Cajabamba–
se llenó de la siempreviva sacralidad: los niños y sus maestros habían pedido
que se celebrara un all’pata paguikun, la ofrenda a la tierra.
En
la mañana temprano, nuestro compañero Alfredo nos explicó el valor y el
significado de esta ancestral ceremonia nuestra, recordando de dónde viene cada
alimento que tenemos y nos invitó a agradecer estos regalos prodigiosos.
Los
niños y sus padres habían traído semillas y productos de sus chacras y crianzas:
hicieron sus ofrendas dándoles su resuello y reverenciando a las montañas, a la
tierra y a los difuntos.
Con
el recuerdo de que la tierra vive y siente, la mañana en la Escuela de
Quinuacruz continuó repleta de dibujos y canciones, lecturas e imágenes para
finalizar con una conversación y construcción conjunta con los maestros sobre
las técnicas de animación a la lectura.
Al
final de la jornada, el cálido sol alumbraba aún más el intenso verde que
rodean la escuela y a los niños de Quinuacruz. Ahora, su biblioteca ya tiene un
ambiente en el que todos se acompañan, animados, leyendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario