junio 28, 2021

¿A qué llamamos biblioteca?

El 24 de junio nuestro compañero Alfredo fue invitado a conversar con bibliotecarios y bibliotecarias rurales de Colombia, en el marco de una práctica académica para la Universidad de Nariño. Entre metáforas y honduras, Alfredo expuso las convicciones campesinas y andinas de la Red de Bibliotecas Rurales. Aquí algunos fragmentos de su intervención:
- “Para hablar de un camino tenemos que hablar de un punto de partida, de donde queremos empezar a caminar, pero también del punto a donde queremos llegar. Lo habitual es que mucha gente empiece, no a caminar sino a transcurrir, correr y resbalar, a desplazarse con una propuesta y, en algún momento, en medio de agitación, el sudor y el cansancio, se da cuenta que ni siquiera sabe porqué está corriendo ni qué bulto está cargando. Y eso si tiene la disposición para de darse cuenta de ello.
- Antes de emprender el camino vital de una biblioteca, deberíamos ponernos de acuerdo en qué estamos entendiendo por biblioteca, qué es lo que nos significa una biblioteca. Porque el riesgo es que terminemos replicando lo que involuntariamente hemos terminado por normalizar, lo que el sistema dominante entiende por biblioteca. De muchos modos, las cualidades de nuestro camino y de nuestras bibliotecas tienen que ver con los universos de las palabras.
- Si tuviéramos que comparar a la biblioteca con frutos, las preguntas al palpar esos frutos serían, por ejemplo: ¿estos frutos son de aquí o son importados? ¿ésta es semilla nativa o es semilla de laboratorio? ¿esto es de chacra o de agroindustria? ¿se habrá cultivado con abono de corral o con agroquímicos?
Porque hay fruta que parece plástico y es muy rica, pero a la vez resulta siendo tóxica. Así como hay frutitas sin mucha finta, pero muy nutritiva y sin trucos. En suma, ¿esto es natural o es transgénico? ¿son genuinas o son impostadas, ¿han sido generadas en la comunidad o han sido puestas sin la participación de la gente?
- Una biblioteca puede ser genuina cuando su origen, su emplazamiento, infraestructura, personal, pero, sobre todo, su contenido, son propios. (…) En una biblioteca original la tierra no solo está presente, sino que la tierra habla, dice, enseña; su voz se escucha y se refleja en las paredes y en los libros; la tierra y sus hijos son protagonistas de reales de ese camino. Tiene que coincidir con lo que somos, lo que hemos sido, pero también con lo que soñamos ser y con el sueño interior.
- La biblioteca empieza a existir cuando la necesitamos, y crece más cuando se convierte en una demanda. Así que llega a su adultez cuando la parimos. La biblioteca nace cuando la comunidad sabe que su permanencia depende de ella misma.
- La biblioteca tiene que ser parte de los cultivos de la comunidad, tiene que ser criada y engranada con prácticas que en el fondo del alma las reconocemos como nuestras; hay sangre, hay parentesco, tengo empatía, me siento bien, no me han impuesto, ha germinado porque la tierra es bendita y es propicia. Estamos hechos de esa misma sustancia.
- La fuerza vital primaria de la Red está en la vida de los propios comuneros. El primer paso es saber que los propios comuneros son los propios maestros en las Asambleas, sustentan los temas, plantean los problemas, explican las nociones. Todos tienen la palabra. Todos sabemos que todos sabemos.
- La biblioteca en términos de granero de sabidurías, en términos de arsenal de conocimientos, es parte natural de la comunidad; las comunidades campesinas indígenas ya son bibliotecas en sí mismas. En ellas habitan los milenios y las generaciones; en sus genes está lo que supimos y sabemos; en las prácticas florece lo que ayuda a florecer (…) En los cantos, los juegos, las herramientas, en las conversas, la cocina, la medicina, bulle una sabiduría que requeriría millones de estantes para almacenarlas; ese saber tiene en la gente su territorio vivo y esa gente tienen en su espacio su morada orgánica, su paisaje recíproco, su hábitat bendito, su refugio imprescindible, el albergue de su misterio”.

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