diciembre 02, 2025

Chocolate, amor y trabajo

El cacao es uno de los muchos productos de origen americano que los europeos integraron a su cultura gastronómica durante el proceso colonial. Curiosamente, uno de sus derivados más “simples” (el chocolate caliente) era ya una bebida ritual en la época prehispánica, cuya preparación fue perfeccionada por las culturas Olmeca, Maya y Azteca.
Pareciera ser que este “uso ritual” se ha transportado en estos tiempos (y probablemente desde el siglo XIX) a la temporada de Navidad. Todo el mundo disfruta de una rica taza cada 25 de diciembre... y toda América Latina produce el llamado “chocolate para taza”.
Pero, mientras el mercantilismo de las fiestas decembrinas nos insta a comprar la tableta marca Winter’s o Cusco, todos sabemos que el mejor chocolate es el que se prepara con esfuerzo y amor.
En una esquina del Mercado Central en Celendín (capital de la provincia cajamarquina del mismo nombre), en un carrito de madera y latón verde, la señora Margarita Alcántara vende tabletas de chocolate artesanal preparadas con esfuerzo y cariño, y si hace frío, te abriga el alma y el corazón convidándote un vasito.
Realmente, en un mundo tan “globalizado” como este, iniciativas como las de doña Margarita son las que verdaderamente sostienen la economía y la cultura de nuestro país. El chocolate, hecho con amor y trabajo, sabe mejor y calienta mejor que aquel que sale de grandes fábricas y por cuya venta se enriquecen las empresas gigantes.
Rumi Mires

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