Hace
varias semanas, por esa suerte del destino, resulté “positiva” al Covid19. Por
la situación que vivimos, sentí mucho temor, pero también estaba segura de que
tendría el apoyo y la ayuda suficiente porque, las personas más cercanas a mí,
son gente buena.
El
mismo día recibí mensajes alentadores de Alfredo, Karina, Rumi, Mara, Zelma, Helen,
Nathalia, Gaby, Sara, Abel, Nancy, Ángela, Jorge… solo para mencionar algunos
nombres de esta extensa familia de Bibliotecas Rurales. También recibí aceites
y otros engreimientos necesarios, de parte de Rita y de Karin, para salir
pronto de la situación.
Es
increíble, realmente, la rapidez con que corren los amigos, hermanos de tantos
años y lugares. Al instante supe que a mi casa llegaban canastas de mercado,
hierbitas curativas, recetas de infusiones y otras medicinas aprendidas con la
experiencia. En momentos de tanta incertidumbre y temor, fue muy agradable
saber que tantas personas se preocupan por uno. No me puedo quejar de la
atención que recibí de parte del personal médico, pero es muy gratificante
recibir tantas atenciones de quienes no lo son.
Y,
entonces, pensé en todas las personas que pasan solas por esto, o están tan
lejos que ni siquiera podemos correr para llevarles alguito, como muchos de
nuestros compañeros de las comunidades alejadas de los pueblos. Cómo pasarán
sus días de cuarentena sin tener para la dieta alimenticia necesaria, para los
desinfectantes o las medicinas, sin un pulsioxímetro para controlar ellos
mismos su saturación o un simple termómetro, sin ambientes adecuados para
aislarse y evitar contagiar al resto de la familia, sin ayuda para atender a
los niños. Entonces, agradezco mucho más mi fortuna, pero se me va pasando lo
positivo. Pienso, hasta cuándo seguiremos viviendo en esta situación tan
injusta…
Lola Paredes
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