agosto 31, 2021

Amor y destino

Después de mucho tiempo y un largo encierro por la pandemia, para Fiestas Patrias pudimos visitar a nuestra familia que vive en la costa norte, en el campo. Es un lugar muy bonito, rodeado de árboles y sembríos donde viven también iguanas, lagartijas, loros, colibríes y, claro, gatos y perritos.
Cuando llegamos, una de las perritas había tenido crías: ocho hermosos cachorros salieron a nuestro encuentro y conquistaron nuestros corazones. De manera que, como familia, asumimos la tarea de cuidar a estas criaturitas y a su madre.
Durante la semana que pasamos en la chacra, los cachorros crecieron y empezaron a jugar; escuchamos sus ladridos al levantarnos y sentimos sus diminutas lengüitas acariciando nuestros pies descalzos cuando nos acercamos a ellos.
Por nuestra experiencia sabemos que los cachorros en el campo de la sierra también son muy apreciados: muchas veces, incluso, la gente cambia un perrito por un cuy o una gallina para tener compañía y alguien que cuide la casa. Por eso decidimos traer los ocho cachorros y buscarles un hogar.
En el camino, nuestro compañero Ramiro Yglesias y su familia, de Contumazá, recibieron cuatro de los pequeños, y en Cajamarca ya habíamos encontrado un nuevo hogar para otros tres. Quedaba un pequeño machito…
Entonces se nos ocurrió poner una foto del cachorro en las “redes” … y casi al instante recibimos un aviso de Sócota (en la provincia de Cutervo), que queda a unas siete horas desde Cajamarca: Wilson, un niño del Programa Comunitario, quería tener el perrito.
Así que nos tocó organizar el viaje del cachorro. Con varias escalas y muchas manos que lo cuidaron en el camino, el perrito llegó sano y salvo a su destino. Ahora acompaña a Wilson… y, como pueden ver, es un afecto extraordinario.
Mara, Rumi, Alfredo y Rita

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