julio 26, 2010

26 de julio de 1533

El sábado 26 de julio de 1533 fue asesinado Atahualpa, cabeza y corazón de la gran comunidad de comunidades del Tawantinsuyo. Sus últimas palabras hacia los invasores fueron “Por favor, les ruego que cuiden a mis hijos”… Pero ya sabemos lo que ocurrió después. Y lo que sigue ocurriendo en Cajamarca y el país, con una invasión que no ha terminado.
La Mama Santos, Yachaqmama (madre sabia) de la comunidad quechua de Chilimpampa, hace ya años nos contaba:
“En la plaza de armas mataron al Inca Atahualpa y corría bastante sangre, como ríos, y algunos se escapaban temidos de la sangre. Corría bastante sangre, como agua, como ríos corría. Eso era triste… Qué pena será que nos maten la gente de otro sitio viniendo, ¡y a nosotros los trabajadores, no haraganes como ellos!”.
La Mama Santos y todos los mayores de la comunidad siempre decían y aún se sigue diciendo: "Rupay wañun ch’awpi punchawta, yanayan Inca Atahualpa españolkuna wanchiptin plaza de armas Cajamarcapi" ("El sol murió al medio día, se hizo negro cuando los españoles mataron al Inca Atahualpa en la Plaza de Armas en Cajamarca").
El poeta Pablo Neruda resume en su “Canto general”:
En Cajamarca empezó la agonía.
El joven Atahualpa, estambre azul,
árbol insigne, escuchó al viento
traer rumor de acero. (…)
Entró Valverde con la Muerte entonces.
"Te llamarás Juan", le dijo
mientras preparaba la hoguera.
Gravemente respondió: "Juan,
Juan me llamo para morir",
sin comprender ya ni la muerte.
Le ataron el cuello y un garfio
entró en el alma del Perú.

julio 24, 2010

El dolor del río

Hace sólo unas semanas colapsó un dique con relave de la minera Caudalosa Chica, en la provincia de Angaraes, Departamento peruano de Huancavelica.
Unos 22 mil metros cúbicos de relave –barro envenenado con químicos– cayeron al río Opamayo y llegaron al curso de varios otros ríos y quebradas que se desplazan hacia el gran río Urubamba.
No sólo han muerto miles y miles de truchas sino que están sufriendo las comunidades y centenares de chacras, pájaros, plantas. Todo.
No es el cianuro lo que mata: mata quien comete estos “descuidos” que por lo demás ya habían sido anunciados.
Ahí no han dicho nada quienes sí dicen mucho cuando se trata de satanizar a quienes defienden la tierra. Pero ya han anunciado que formarán una “Comisión investigadora” y que se “evalúan sanciones”.
¿Qué multa puede alcanzar la magia creadora de la tierra, su primordial textura?Qué burócrata se pondrá en la posición del río?
Hace ya mucho el poeta Javier Heraud develaba esa voz que ahora sufre:
Yo soy un río.
Yo soy el río
eterno
de la dicha.
Ya siento
las brisas cercanas,
ya siento el viento
en mis mejillas,
y mi viaje a través
de montes, ríos,
lagos y praderas
se torna inacabable.

julio 17, 2010

Nuevo Encuentro del Programa Comunitario

Cuando nos encontramos con muchos, siempre es fiesta.
Y fiesta hemos tenido este 10 y 11 de julio cuando nos reunimos casi 50 personas –niños, padres, coordinadores y responsables– del Programa Comunitario de nuestra Red. Celebramos el IV Encuentro de Juanitos, como llamamos a los niños “discapacitados” con mucho cariño.
La casa de Bibliotecas se llenó de vida, de juegos y risas. Pero también de trabajo, saber y aprender. Hemos escuchado cuentos, leímos y dibujamos, aprendimos a confeccionar zapatitos abrigados para que aprendan a caminar mejor algunos niños del Programa; hablamos del cuidado de nuestra madre tierra; preparamos medicina natural; aprendimos nuevas técnicas de terapia. Y mientras los Coordinadores aprendieron cómo trabajar en una computadora, los Juanitos y sus padres conocimos un poco sobre Atahualpa y la historia de Cajamarca, caminando por los mismos lugares donde esta vida ha transcurrido.
Estos encuentros con delegados de los grupos de padres de tantos lugares, son importantes también porque expresan la vitalidad, los vínculos y la amplitud de nuestra labor. Es unión, trueque, tinku. Es semilla, florecer, cosecha.
Agradecemos a todas las manos –grandes y pequeñas– que hicieron posible esta minga; a todas las palabras que hicieron de este encuentro una celebración; a todos los gestos que demostraron que juntos somos más.

Reandando Cajamarca

Reandar tierras cajachas y bambachas fue un placer. Volver a ver las montañas despiertas, vivas, cimbreadoras de eucalos rojiplata; peinadoras de sembrados techados por cielos azules. Fue una delicia.
Pude ver todo esto desde arriba, desde el Apu Qayaqpuma. Abrazar a la montaña sagrada desde dentro gracias al hermano Alfredo, me permitió renacer en el tiempo. Tanta belleza en el silencio cruzado por quindes, me unió al universo. No quería bajar, los líquenes y las salvias, me atrapaban en al andar.
Pero el tiempo moderno fija horas, ese tiempo que nos desborda poco a poco en el ir y venir de la aldea global. Así que había que irse, había que bajar, dejar atrás la palabra de los antepasados, así no más.
Y luego llegar a Cajamarca centro, donde luego-luego, me comenzaba a marear. Muchos carros, muchas combies, cuánto ruido. Era como si de pronto todos quisieran llegar más rápido a algún lugar.
Más antes había tiempo. Se caminaba, se andaba, se recorría pacientemente, abriendo el pecho a la naturaleza; los trechos que ahora se vuelan sin pensar ni observar.
Así llegué en tres horas en combie a Bambamarca, ese otro lugar que hace veintitantos años, recorrí y aprendí a amar.
Novedad era para mí, llegar en tiempo avión a esta pequeña ciudad, en la que antaño se necesitaban horas eternas de bus, que por poco las podías caminar.
Todo se ha “acercado”, me dijeron los amigos abrazándome, mientras mis sentidos abiertos captaban la esencia del mercado dominguero al que acababa de llegar.
Lo primero que olí fue el mar de sombreros. La paja fresca o sudorosa emitiendo un olor cálido al pasar. Lo primero que vi, fueron los coloridos de las lanas sintéticas chintas, en las chompas de las chinas, debajo del pañón. Lo primero que sentí, fue ese apretar de seres que te rodean toda mientras caminas o casi levitas por las calles, apretadita, sin miedo a robo o mala intención. Lo primero que degusté fue una lima, amarillita, amarillando sentada en un cajón. Lo primero que escuché fue, sooooo, bestiaaaaa, mezclado con el pitar de un taxi cholo que arremetía mientras cruzaba el lugar.
Luego, horas después, silencio y un mar de basura en las calles. La alegría no estaba más.
Tampoco estaban las casas de adobe, esas de tierra, del suelo al cielo que antes llegaba a visitar. El cemento había ido comiendo los cielos con edificios que cambiaban el rostro de la ciudad.
Hay plata me dijeron los amigos, la hay. Ahora comprar en Bambamarca es caro, por eso todos venden sus casitas y luego se van.
Debajo de la tierra hay oro y plata que las mineras comienzan a explotar, a cambio llevan el “progreso”, o eso que así lo quieren llamar. Porque pobreza sigue habiendo, de las de antes, de las de cualquier lugar. Veinte años han pasado y seguro que los niños aún se llevan a enterrar, no porque sean angelitos, sino porque no había con qué alimentar.
Pero el cielo es azul y los cerros verdes. La gente lucha y lucha demás.
Eternamente, infinitamente, por un lugar en el mundo donde puedan vivir con dignidad.

Mónica Salas

julio 14, 2010

Más solidaridad con libros

Queremos expresar nuestra gratitud a quienes recientemente han hecho llegar su aprecio y apoyo efectivo con material de lectura.
Nuestra amiga Carla Buscaglia había ido tesoneramente recolectando libros y folletos cuya presencia celebramos; y Luis Andrade –quien incluso nos visitó hace poco–, tomó la generosa iniciativa de animar a sus colegas cercanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú para recoger libros y hacérnoslos llegar.
Nuestra Red, siendo una organización autónoma que se auto sostiene –para poder abastecer a las 600 comunidades en las que nos hallamos y en las que la demanda de libros es cada vez más creciente–, estas donaciones constituyen una franca expresión solidaria.
De muchas maneras, tenía razón el fraterno Arthur Ashe cuando afirmaba: “De lo que ganamos, podemos vivir; sin embargo, lo que damos, hace la vida”.

Conferencia en la UNC

Para el día 30 de junio, nuestro compañero y asesor Alfredo Mires Ortiz fue invitado a dar una conferencia en la Universidad Nacional de Cajamarca con ocasión de celebrarse el 37 aniversario de la Facultad de Ciencias Sociales.

Estos son algunos fragmentos de la conferencia que dio en relación al tema de interculturalidad y turismo:

Si en este momento digo: “My brother: en el time del break voy a mandarle un mail con comics a esa baby porque ella es fashion y hace aerobics, tiene scooter y buen look, y como yo soy vip aunque un poco heavy, voy a invitarle al shopping center o sino para hacer footing o ir de full camping llevando popcorn, o pedimos algo al delivery, please, porque ella tiene feeling y quisiera empezar un bussines… Así me enseñó mi Miss, ¿Ok?, sorry, bye, bye”…

Seguramente todos entenderíamos lo que he dicho.

Pero si dijera simplemente: “A la hora del intermedio vamos a mashaquear porque estamos puñuysas”… muy pocos van a entenderme –o alguien podría decir “¡What!”– aunque así hablamos más del 80% de la población cajamarquina que, como sabemos, vive en el campo.

Esto ocurre, en gran medida, porque el paradigma de lo turístico es extranjero y –más específicamente– angloparlante, de manera que nos circunscribimos a coordenadas imperiales. Por eso resulta normal encontrar en cualquier restaurant un desayuno americano, pero jamás un refrigerio africano, ni por asomo una tortilla guatemalteca… y sería un milagro si encontráramos con la misma facilidad una chicha cajamarquina.

Nos desenvolvemos, pues, en una historia plagada de prepotencias invasivas y entusiasta compulsión de los olvidos, en un circuito de alienaciones bienvenidas y entreguismos sin censura, de modo que es imperativo ver cuál es el rol que tenemos en esta pugna de supresiones y persistencias.

Si en estos momentos fuéramos a una biblioteca a buscar información sobre la Grecia de hace 2,500 años o sobre Fenicia de hace 3,000 –civilizaciones desarrolladas además a miles de kilómetros de nosotros– vamos a encontrar tomos y tomos al respecto.

Resultaría raro que alguien no conozca al dios Poseidón, a Zeus o a Hércules. Pero nos pondríamos en aprietos si se tratara de hablar de Pariacaqa, Ata’uqu, Cuniraya o Apullaiqui, deidades de nuestro propio entorno y en algunos casos aún vigentes.

El desconocimiento del rostro propio nos convierte en tributarios del colonialismo instándonos a olvidar lo que somos y permitir el decomiso de la memoria y la instauración de la ignominia, pues si no sabemos de qué tradición venimos tampoco sabremos con qué raíces queremos construir la fronda de nuestros mañanas.

¿Cuáles son las condiciones que subyacen a la posibilidad del desarrollo turístico desde postulados interculturales?

Hace 60 años, el arqueólogo francés Henry Reichlen decía que «En general, los restos arqueológicos de Cajamarca, si bien muy numerosos, pecan de poco espectaculares y esto explica suficientemente la falta de interés de parte de los arqueólogos y de las instituciones científicas».

Esto resulta muy decidor, porque habría de preguntarnos cuáles son los criterios con que se mide la monumentalidad, si la búsqueda de lo sensacional es el propósito de la promoción turística y si las raíces esenciales de nuestra cultura sólo pueden ser medidas sobre la base de la apoteosis.

¿Qué visiones son subyacentes en la práctica del hecho turístico, a más de ser fomentadas por las campañas publicitarias y la industria turística? Las “minorías culturales” suelen constituir un “producto exótico susceptible de llevar regocijo a los ojos del turista”. El receptor se percibe como un objeto de consumo y su cultura en mercancía.

El riesgo es siempre que el turista no sólo sea consumidor de lo que se produce sino también, precisamente, productor de lo que consume.


julio 12, 2010

Un árbol Apu

La comunidad de Malcas, al inicio del Valle de Condebamba –al sur de Cajamarca– se precia con mucha razón por la suerte de contar en medio de su terruño con un árbol que ya es un Apu: un maestro esencial y total, un hermano comunero mayor, un poder más allá del poder, una fuerza primera palpable y generosa.
“Fico”, le llama la gente (por ficus, seguro). Y aunque en más de una ocasión ha sido maltratado, ha ido ganando su espacio hoja a hoja, raíz a raíz, corteza a corteza, hasta lograr ese diámetro de sombra extraordinario y esa altura de otro tanto, plena de nidos y refugios, con su banderita encima.
Aquí los datos que nos hace llegar nuestro amigo Miguel Rodríguez:
Altitud: 2.090 msnm.
Descripción: Se halla en medio de lo que fue la casa hacienda de Malcas. A este árbol bien puede llamársele "el Gigante de Condebamba".
Particularidades: pertenece a los siempre verdes y es único en la región nor andina del Perú. Es muy visible desde cualquier punto muy alejado del Valle.
Altura: aproximadamente 45 metros.
Tronco: 4 m., agrietado. 5 hombres pueden abrazar el tronco.
Copa de gotera: 36 m.
Edad: no menos de 150 años.
Estacionalidad: se le puede visitar en cualquier época del año. Dista 100 m. de la carretera a Cajabamba.
Es hábitat de culebrillas y miles de insectos.

julio 08, 2010

Fútbol a sol y sombra

Ahora que todo anda con lo del mundial de fútbol, vale mencionar ese extraordinario libro de nuestro querido amigo Eduardo Galeano. Aquí sólo el primer texto, “Confesión del autor”:


Izquierda, fragmento de mural pintado hace más de mil años en Tepantitla, Teotihuacán, México. Derecha, grabado chino de la dinastía Ming, siglo XV.

¿Ya vieron los nuevos afiches? (IV)

“El rayo que no cesa”

Hoy, 8 de julio de 2010, se cumplen ocho años de la muerte de Juan Medcalf, nuestro wauque y compañero fundador de la Red.

Desde el hondo extrañamiento, se reavivan palabras como las del poeta Miguel Hernández en su “Elegía a Ramón Sijé”:

Yo quiero ser llorando el hortelano

de la tierra que ocupas y estercolas,

compañero del alma, tan temprano.

No hay extensión más grande que mi herida,

lloro mi desventura y sus conjuntos

y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,

y sin calor de nadie y sin consuelo

voy de mi corazón a mis asuntos.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,

quiero apartar la tierra parte a parte

a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte

y besarte la noble calavera

y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:

por los altos andamios de las flores

pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.

Volverás al arrullo de las rejas

de los enamorados labradores.

A las ladas almas de las rosas

del almendro de nata te requiero,

que tenemos que hablar de muchas cosas,

compañero del alma, compañero.


julio 07, 2010

Caminos de Cajabamba

En una reciente salida hacia la provincia de Cajabamba –hacia el sur de Cajamarca–, nuestro Asesor pudo visitar nuevamente la comunidad de Pingo, en la que se llevó a cabo un rescate de la tradición oral y que devino en la publicación del libro “Diabluras de Cajabamba”.
En la zona, a la vera del camino, se halla una gran y antigua piedra labrada en forma de cabeza humana. Los vivientes del lugar dicen que no muy lejos de ahí se encontraría también su cuerpo.
Es bueno comprobar cómo la comunidad protege su patrimonio.
Estas iniciativas de protección y valoración vienen siendo fomentadas por el trabajo incansable de don Miguel Rodríguez Sánchez y su hijo Miguel Santiago Rodríguez Roncal, así como por su familia, colegas y amigos.
Y en este viaje también se tuvo la suerte de contar con la compañía del R.P. Alois Eichenlaub, amigo tanto personal como de la Red y reconocido por su extraordinaria labor como fotógrafo y por su quehacer en beneficio de la población cajamarquina.

Lecturas y ánimos

Anima ver los campos verdeando, desafiando al secano.
Anima ver las flores de cartuchos enormes blanqueando su desnudez, como entusiasmando la campiña, haciendo brillar las casas de los comuneros.
Anima saludarnos bonito en los caminos aunque no nos conozcamos.
Entusiasma la vida que bulle, que reclama pelear por ella.
Da ganas de hacer mejor las cosas, de no cesar jamás en los esfuerzos, de amanecer bregando por los justos y por la belleza de esta tierrita que nos ampara.
Es bueno comprobar que no hay pasaje de regreso. Que aunque hemos caminado tanto, esto es sólo el comienzo.

julio 05, 2010

Cajabamba y la Tradición Oral

En el marco de su “II Seminario Taller Pedagógico Internacional 2010”, el Sindicato de trabajadores de la educación de Cajabamba invitó a nuestro compañero Alfredo Mires –Asesor de la Red– a dictar el Taller Rescate de la Tradición Oral Andina y Educación, el mismo que se llevó a cabo el día 26 de junio en las instalaciones del Instituto Superior Pedagógico de Cajabamba.
Al Taller asistieron un centenar de profesores, tanto de la ciudad como del campo, y el programa incluyó la presentación del libro “Diabluras de Cajabamba”, cuentos recogidos en la comunidad de Pingo por el Profesor Miguel Rodríguez Roncal y publicados por la Red de Bibliotecas Rurales.
Este Taller ha permitido el recojo de tradición oral cajabambina entre todos los participantes, la misma que esperamos se convierta en una nueva publicación.

“Nuevamente está la vida”

Dicen que el ser humano nunca muere.
Cayemos al polvo de la tierra y morimos, pero cuando caemos al polvo de la tierra allí nacen las plantas, y esas plantas pueden aprovecharlo los animales, otros seres humanos. Y tienen vida nuevamente.
Hasta que nuevamente esos seres humanos vuelta caigan al polvo de la tierra, polvo en una parte nuevamente crece.
Y así es que la vida no muere, dice que no muere.
Para mí eso sería lo de menos, pero si dice que sobre la tumba puede nacer alguna flor, hasta esa flor puede venir un pajarito, un ave, este otro cualesquiera.
Así han enseñado siempre nuestros mayores. Dicen que allí está nuevamente la vida. La vida sigue, y sigue viviendo muchisisímo. La vida continúa.
No, ya la vida no termina, la vida no termina.
Es cierto que nosotros, evolucionando con el tiempo como seres humanos, hemos hecho un sinnúmero de transformaciones y así hemos llegado al punto que a veces ya desconocemos.
Es como el amor: cuando hay estimación, no muere. Así como dice que el ser humano nunca muere, que permanece, así es como permanece el amor cuando es firme, cuando es tranquilo. Pero si no, también con el correr del tiempo desaparece.

Juan Chávez, de la comunidad de Jocos

julio 02, 2010

¡Ande desnudo, en pelo, el millonario!...

La última carta que recibimos de nuestro amigo William Álvarez decía: Saludos y "Bendición al que mira aire en el aire".

Esa bendición nos remitía a uno de los Poemas Humanos, de César Vallejo:


¡Ande desnudo, en pelo, el millonario!

¡Desgracia al que edifica con tesoros su lecho de muerte!

¡Un mundo al que saluda;

un sillón al que siembra en el cielo;

llanto al que da término a lo que hace, guardando los comienzos;

ande el de las espuelas;

poco dure muralla en que no crezca otra muralla;

dése al mísero toda su miseria,

pan, al que ríe;

hagan perder los triunfos y morir los médicos;

haya leche en la sangre;

añádase una vela al sol,

ochocientos al veinte;

pase la eternidad bajo los puentes!

¡Desdén al que viste,

corónense los pies de manos, quepan en su tamaño;

siéntese mi persona junto a mí!

¡Llorar al haber cabido en aquel vientre,

bendición al que mira aire en el aire,

muchos años de clavo al martillazo;

desnúdese el desnudo,

vístase de pantalón la capa,

fulja el cobre a expensas de sus láminas,

majestad al que cae de la arcilla al universo,

lloren las bocas, giman las miradas,

impídase al acero perdurar,

hilo a los horizontes portátiles,

doce ciudades al sendero de piedra,

una esfera al que juega con su sombra;

un día hecho de una hora, a los esposos;

una madre al arado en loor al suelo,

séllense con dos sellos a los líquidos,

pase lista el bocado,

sean los descendientes,

sea la codorniz,

sea la carrera del álamo y del árbol;

venzan, al contrario del círculo, el mar a su hijo

y a la cana el lloro;

dejad los áspides, señores hombres,

surcad la llama con los siete leños,

vivid,

elévese la altura,

baje el hondor más hondo,

conduzca la onda su impulsión andando,

tenga éxito la tregua de la bóveda!

¡Muramos;

lavad vuestro esqueleto cada día;

no me hagáis caso,

una ave coja al déspota y a su alma;

una mancha espantosa, al que va solo;

gorriones al astrónomo, al gorrión, al aviador!

¡Lloved, solead,

vigilad a Júpiter, al ladrón de ídolos de oro,

copiad vuestra letra en tres cuadernos,

aprended de los cónyuges cuando hablan, y

de los solitarios, cuando callan;

dad de comer a los novios,

dad de beber al diablo en vuestras manos,

luchad por la justicia con la nuca,

igualaos,

cúmplase el roble,

cúmplase el leopardo entre dos robles,

seamos,

estemos,

sentid cómo navega el agua en los océanos,

alimentaos,

concíbase el error, puesto que lloro,

acéptese, en tanto suban por el risco, las cabras y sus crías;

desacostumbrad a Dios a ser un hombre,

creced…!

Me llaman. Vuelvo.

William, presente

Tuve la suerte de conocer a William Álvarez durante un taller que dicté en Medellín, Colombia, a inicios del 2008. Y más suerte aún de volverlo a hallar este año, ya como Director del Parque Biblioteca Belén, lugar donde se desarrollaron el Encuentro de Bibliotecarios de Antioquia y el Congreso de Bibliotecas Rurales.
Pudimos hablar largo con William y, al despedirnos, me entregó esta carta que, después de leer ya en Cajamarca –por su extraordinaria riqueza– le pedí el poder compartirla con todos los nuestros.
Este 30 de junio William fue asesinado en su casa, por quienes habrían entrado para robar.
No hay palabras para el dolor. Pero están sus palabras, que dicen quién era William y cómo entendía la vida.
Desde aquí, nuestro abrazo para todos los suyos.
Alfredo Mires
--------------------------------

Medellín, 16 de Abril de 2010


Alfredo, qué sería de nosotros si no existieran los hábitos para aferrarnos al tiempo y no caer por sus acantilados: el mundo se tendría que crear todos los días.

El tiempo tiene dos sentidos y está en las palabras de dos poetas milenarios japoneses: Las de los poemas de Hitomaro, que dice que “El Tiempo corre de la misma manera que lo hace nuestra vida diaria. El Tiempo fluye desde el eterno pasado hacia el eterno futuro. El ser humano es como una burbuja nacida fuera del agua; flota con la corriente, y se desvanece en alguna parte. El correr de este Tiempo es a la manera del agua en un río, y lo llamamos kronos”; mientras que en los versos de Akahito se describe el otro tiempo, “El que no fluye, hecho de quietud imperturbable, tranquilidad; y el cual nosotros, los occidentales, lo denominamos con la palabra griega: kairós”.

El tiempo que nos domina a diario en Medellín es el kronos y que Cortázar cita en unos versos abrumadores: “No nos alcanza el tiempo, / o nosotros a él, / nos quedamos atrás por correr demasiado, / ya no nos basta el día / para vivir apenas media hora”.

Es el tiempo que se recicla en el reloj y se convierte en castigo cuando llega el lunes, donde escasamente despuntan los arreboles porque se los tragan los papeles de las oficinas. Es el tiempo obediente, que acepta, hecho de rigor, que cumple órdenes y está domesticado; que se amarra a los calendarios como animales subordinados (como un can que custodia lo finito) que consume segmentos de vida y bocados de actos y que sale a perseguir a diario sin importar qué se persigue. Tiempo portátil, sin confín, de amaneceres con futuros conseguidos a crédito para vivir el presente por cuotas, y donde no vivimos nunca lo que a toda hora esperamos vivir. Tiempo que cuando a diario nos despertamos salimos a perseguir y cuando volvemos para dormir ya es él, el que nos persigue, con sus eslabones que nos separa del instante y la eternidad.

En cambio, el kairós está hecho de lo sagrado, de lo que nos trasciende y nos da paz, fuera de las cosas que nos distraen, hecho con lo que nunca puede ser tocado, fuera de lo profano. Tiempo hecho sin agendas, donde el corazón piensa y el pensamiento siente; entonces, en él la eternidad puede ser la caída de una hoja, porque la eternidad cabe en un acto, en una intuición.

El kairós se sitúa en nosotros en la expresión que parece un proverbio japonés: “La vida no es lo que a diario respiramos, sino aquello que nos quita el aliento”.

Desde el Parque Biblioteca Belén, ahora envío para tu comunidad mensajes del Kairós que a diario contemplo en el Espejo del Agua donde he visto que el cielo y la tierra se unen en el fondo de su superficie; y que al contemplarlo siento que el mundo se desanda en el asombro, en lo sencillo, en lo innombrado, en lo invisible, como una acción sin hechos; y la vida dura más de media hora en el día.

Te envío mensajes para que tu vida siga siendo sabia; en la velocidad de la calma, de la pausa, deteniéndose a cada rato como quien junta sus rincones; sin el ritmo de las horas, sino del corazón y el alma. Te envío mensajes en nombre de la dignidad humana y del derecho de vivir en paz.

William Álvarez