febrero 19, 2015

The Soldier's Tale‏

Matt Hardy, Joe Hardy, Elizabeth Heery, su equipo y amigos, llevaron a cabo con éxito la presentación solidaria de “El cuento del soldado”, de Igor Stravinsky.
Helen nos cuenta desde Londres que “Fue una noche brillante y los intérpretes nos dieron una fiesta de música y drama inspirador. La historia del soldado también nos dejó deliberando sobre algunos de los temas modernos, de la necesidad y la codicia mientras la presentación se combinaba con increíbles muestras teatrales de malabarismo, títeres, mimo y danza, todos con acompañamiento musical fantástico”.
Nosotros estamos también de pie, felicitándoles y abrazándoles.

Juntar agüita

En medio de la fortuna que constituye la humildad, uno de nuestros orgullos es haber construido nuestra propia casa en minga, juntos como voluntarios.
Nadie “nos puso” una oficina. Las cosas no nos vinieron “de arriba”.
Durante años, decenas de comuneros –varones y mujeres, niños y mayores–, nos concentramos aquí por turnos para ir levantando estas paredes que nos albergan y nos amparan.
Juntos hicimos los diseños y los rincones de la casa, sin ingenieros ni decoradores.
Y seguimos construyendo, porque no queremos que sea solo una edificación sino una casa que también enseñe.
Por eso cuidamos tanto las plantas; por eso nuestras composteras o la selección de la basura, la pintura con tierra de colores, etc.
Y ya desde hace tiempo veníamos juntando el agua de la lluvia en cuanto depósito estuviera a nuestro alcance, pero ahora –aprovechando la presencia solidaria de Sergio Díaz, Segundo Huamán, Arnulfo Vásquez y César Burga–, hemos empezado a construir unas pequeñas cisternas para colectar agua de lluvia que servirán, a la vez, como banquitas para las reuniones.
¡Las plantas estarán también contentas en el tiempo del verano!

Website de‏ Sarah's Rural Libraries Fund

A fines de enero fue lanzada la página web de Sarah's Rural Libraries Fund, la entidad solidaria y fraterna que brega por los andares de nuestra Red en Londres.
Pueden verse ahí fotos de nuestros bibliotecarios voluntarios, en todas las tareas que nos tocan para animar la lectura y afirmarnos en nuestra propia cultura:

Nosotros saludamos, felicitamos y reconocemos los indesmayables esfuerzos que Helen Heery, su familia y equipo, despliegan constantemente para apoyar este camino de solidaridad y crecimiento comuntario.

Noche de Ñaupas

El pasado miércoles 4 de febrero, tal como lo anunciáramos días antes, se presentó nuestra reciente producción “El Ñaupa”, de nuestro compañero Alfredo Mires Ortiz, inspirado y elaborado a partir de sus investigaciones en la iconografía y cultura cajamarquinas.
La presentación fue realizada desde dos puntos de vista: El profesor Igor Irigoín Cabrera –del distrito de Sócota, Cutervo, miembro voluntario de esta organización–, resaltó el valor pedagógico del libro, mencionó las importancia del rescate de este personaje como símbolo de nuestro derecho a la existencia y a la libertad, e instó a los maestros a dar a conocer este personaje a todos los niños y niñas, pues conocerlo implica también conocernos a nosotros mismos.
Desde el punto de vista artístico, la profesora de Arte Jeny Paredes Saldaña, hizo mención de la capacidad creadora y recreadora del autor, y también mencionó el hecho que los docentes debemos hacer uso de este recurso para motivar a los estudiantes, para darlo a conocer y ofrecerles la posibilidad de entretenerse y aprender con El Ñaupa. Dijo también que los docentes debemos aprovechar este libro y hacer de este personaje un nuevo símbolo que reviva la cultura a nuestro alrededor.
Quienes asistieron tuvieron el honor de conocer en primicia este nuevo libro y las recreaciones con las que Alfredo Mires presenta al Ñaupa, importante personaje de nuestra cultura.
Así, nuestro local central, acogió con su tradicional calor a todo el público asistente, a quienes agradecemos por su siempre grata presencia.

febrero 11, 2015

Aprender del Ñaupa

Anaiz Analí Lulichac Bardales tiene 10 años y es parte de la Escuela Campesina Alternativa de Pomabamba. Ella tuvo consigo el libro de El Ñaupa y participó en el lanzamiento (llevado a cabo el día 4 de este mes) leyendo este testimonio:
Doña Angelmira Aquino de Pomabamba, nos cuenta que los Ñaupas eran personas (mujeres y hombres) muy antiguas que tenían costumbres muy bonitas y que hoy casi no las practicamos.
En sus formas de vestir eran muy diferentes de los demás. Sus tejidos tenían unos dibujos lindos; los hacían en formas de animales y tenían hilos de muchos colores.
Ellos vivían en los cerros más altos.
Eran muy unidos, alegres, y vivían en comunidad. Si se iban a casar tenían que ser Ñaupas y no se separaban nunca.
Tenían sus casas de piedra o también vivían en las cuevas.
También nos contó que se habla de la papa del Ñaupa, pero ella nunca la probó.

El dibujo del Ñaupa, que podemos ver en el libro, nos hace reconocerlo como parte de nuestra cultura, para nunca olvidarla.

Fortalezas

A fines de enero, el Programa Comunitario de la Red llevó a cabo su encuentro anual de evaluación y planificación. El primer día, nos tocó lo que los especialistas llaman monitoreo. [Monitoreo es el proceso sistemático de recolectar, analizar y utilizar información para hacer seguimiento al progreso de un programa en pos de la consecución de sus objetivos, y para guiar las decisiones de gestión.] Al final de este día, se nos quedó la cabeza igual de enrevesada que la definición.
En Bibliotecas sabemos de la necesidad de revisar los pasos y evaluar lo que hacemos. Incluso lo hemos hecho desde antes de que aparecieran los proyectos con marco lógico e indicadores de impacto.
Y sabemos que evaluar no sólo es analizar cifras, examinar lo que hemos hecho y comprobar si todo ha salido acorde a lo planificado. Evaluar viene de valor y éste –en latín– quiere decir ser fuerte. Evaluar –según el diccionario de la Real Academia Española– significa señalar el valor de algo, estimar o apreciar.
Si vemos desde este ángulo el trabajo que han realizado nuestros coordinadores del campo, tenemos mucho qué decir.
- Aldana –después de muchos años de ejercicios– ahora camina sola, con la ayuda de dos bastones. Cuando la conocimos, su familia pensaba que jamás iba a caminar.
- Fiorela levantó cabeza y está dando sus primeros pasos después de muchos años que vivía solo acostada en su cuna.
- Ander Yoel va a la escuela y sus compañeros le quieren mucho.
- Alcibiades ya no necesita más operaciones. Se curó su labio leporino con el que nació.
- Los papás de Katia se preocupan mucho por la terapia y rehabilitación de su hija y viven más felices.
- Danis recuperó peso y puede ser operada en el año 2015.
- Tatiana ahora ayuda más con las tareas en su casa.
- Nidian no necesita más el apoyo del Programa Comunitario; ha mejorado mucho y va a ir a la escuela.
- Zadith tiene una nueva silla y mesa adaptadas a sus dificultades. Ahí aprenderá a manejar mejor sus manos.
- El Grupo de Padres de nuestro coordinador Sergio está haciendo un vivero de plantas medicinales para atender mejor a los niños con capacidades proyectables y otras personas que lo necesitan en su comunidad.
- Emanuel está mejor alimentado desde que su familia empezó a sembrar hortalizas en su pequeña chacra.
Podríamos mencionar mucho más alegrías, pero no es necesario. Para nosotros, cada uno de estos niños es un mundo que no se puede medir en cifras o con indicadores. Hace falta sobre todo estar juntos.

febrero 09, 2015

Lluvia

Ha llovido muy fuerte en estas semanas. Y, como siempre, la televisión y otros medios han desatado sus condenas en contra de la naturaleza.
Por eso traemos a colación fragmentos de una conferencia que nuestro compañero Alfredo Mires presentara, hace algunos años, sobre Cambio climático desde el punto de vista campesino:
En quechua también, para “mal tiempo” se utiliza Manall’intiempo, que es como decir que no hay tiempo: Manaall’inwichan. Manaall’i es que no está bueno, pero no es estar malo. Es una diferencia importante para nosotros. Por eso es que en el campo, cuando alguien está subiendo una cuesta, no dice: “¡Qué fea cuesta!”; sino: “¡Está buena la cuesta!”. O si alguien sale y hay un sol muy fuerte, es un ignorante si se le ocurre decir: “¡Este sol me está fastidiando!”.
Cuando está cayendo el aguacero, por ejemplo, a nosotros nos han enseñado nuestros mayores que debemos salir primero a mojarnos; no se nos ocurriría salir ya cubiertos con el paraguas porque eso sería como despreciar a la lluvia, como no darle la bienvenida.
Se comprenderá lo chocante que puede resultar entonces cuando, a través de los medios de incomunicación, escuchamos expresiones como “la furia de la naturaleza”, o “la inclemencia del tiempo”. Más aún cuando, desde esta filiación con todo lo que anida en la comunidad, las señales de los cambios en el tiempo son enunciadas por los cerros, las plantas, los animales, los vientos y hasta el color y la textura de las hojas y las aguas.
El pájaro lic-lic viene trayendo la lluvia que tanto necesitamos; el zorzal canta y empieza a llover; las gallinas se acoshpan y asoma el aguacero. Y como ellos el pachatuco, la cargacha, los shingos, los sapos, las shangulays, las culebras, el lingosh… Y hasta los cerros se ponen gorros de nube o bufandas de viento anunciando cómo serán los tiempos.

Porque es la presencia del agua la que marca el ritmo de los tiempos y los quehaceres agrícolas. Es una relación absolutamente diferente a la que se tiene en las ciudades, donde uno puede ir al baño unas seis veces al día, tirar la palanca del retrete sin un ápice de consciencia y arrojar al desagüe cada vez unos doce litros de agua, la misma cantidad que se necesitaría para sostener una familia de cuatro personas en el campo.