agosto 26, 2020

¿Cómo conseguir nuestros libros?

Nos escriben al blog preguntando cómo adquirir nuestros libros.

Hay mucho interés en los cuentos de la Biblioteca Campesina, en “Los seres del más acá”, etc.

La mejor manera es escribirnos a: bbrrcajamarca@gmail.com

Entonces podremos coordinar los detalles.

¡Muchas gracias y saludos!

Bibliotecas en y después del Covid19

El pasado 7 de agosto, por el Día Nacional de la Cultura en Ecuador, la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos) invitó a Didier Álvarez, profesor de la Escuela Interamericana de Bibliotecología, y a nuestro compañero Alfredo Mires para un conversatorio acerca de Las bibliotecas antes y después del Covid19.

Aquí algunos apuntes de lo que Alfredo dijo esa tarde:

- ¿Qué implica la reestructuración de una biblioteca? Tenemos que revisarles la partida de nacimiento, refundarlas en contenido y alcance, en esencia y en trascendencia.

- La barriga de la pregunta “¿cómo?” ha crecido mucho: lo que es fundamental es que se respondan las preguntas “¿por qué?” y “¿para qué?”, el resto podría caer por su propio peso.

- ¿Quién reestructura a los reestructuradores?, ¿desde qué utopía se reestructura?, ¿cómo participa la comunidad?

- La forma es hija del fondo: tenemos que trabajar ese fondo. Deberíamos volver al ciclo comunitario.

- El mundo anda partido, polarizado en dos visiones: una que ve a la tierra como una madre a la que hay que cuidar, y otra que mira a todos como objetos que hay que explotar.

- El punto de partida es vital en el proceso de reestructuración de una biblioteca.

- Hablar de reestructura no es solo un tema de webinars sino todo un proyecto a construir.

Todo el conversatorio puede verse en:

https://www.facebook.com/OEIEcuador/videos/2385678828402455/

Vivir agosto en la tradición andina

Cada 1º de agosto los pueblos andinos, antes de comenzar el ciclo agrícola, realizan ceremonias a la Pachamama, se le agradece por todos sus regalos y se le venera por ser fuente de vida: alimento, agua y hermanamiento con todos los seres que habitan nuestro entorno.

Aquí en la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca tenemos este ritual reverencial como acto de inicio de todas nuestras andanzas: cuando empezamos una Asamblea o un encuentro de capacitación, una presentación de libros; cuando iniciamos un círculo de lectura o cuando visitamos a nuestros apus o a nuestras lagunas. La ofrenda a la tierra es uno de nuestros esenciales rituales para sabernos vinculados a nuestra tierrita, a nuestros difuntos y a nuestras montañas sagradas. Es decir ‘vivimos en agosto’, porque recordando y viviendo nuestras tradiciones andinas sentimos que sí podemos continuar en medio de la desmemoria, el consumismo y las injusticias de un sistema que no sabe de gratitud y vínculo, de ayllu y de amores.

El mundo andino está hecho de sabiduría y entusiasmo, de sacralidad y respetos. Aquí aprendí a ofrecer un poco de vino, cerveza o aguardiente a la Tierra; hecho que describe José María Arguedas en su libro Todas las sangres: “Cinco comuneros derramaron unas gotas sobre la palma de su mano para no mojar la alfombra, y soplaron las gotas de coñac esparciéndolas en el aire. De este modo hacían participar en el brindis a los dioses montañas”.

También aprendí a hacer mi bolito de coca como el más genuino ritual para conversar, hacer un rescate o simplemente para estar con todos en comunión.

Hace poco Alfredo, nuestro maestro y compañero, me explicó lo siguiente: “El kinto (también kintu o cocakintu) es un manojito o ramillete especial de hojas de coca. Por lo general se hace con tres hojitas (aunque también puede hacerse con dos o cuatro) seleccionadas como las más “bonitas” o enteritas. Es una ofrenda de inicio, pero también es una señal de muy alto y sentido saludo, respeto, cariño o reconocimiento. Normalmente va acompañada del pukay (o pokuy = soplo, resuello, aliento), ates de entregarlo. Por eso, cuando nos ‘armamos’ (ponemos el bolo de coca), antes de meter las hojas a la boca o hacer nuestra ofrendita, le hablamos y damos nuestro resuello. Esito”.

Este mes de agosto hice entonces, a diario, mi paguito a los cerros, y con ello a todo el mundo andino que me ha enseñado las mejores y más importantes lecciones para una vida buena, dulce, repleta de sentido y sacralidad.

Sea esta la oportunidad para agradecer a esta “chacra” inmensa de la Red de Bibliotecas Rurales, a todas las familias bibliotecarias por sus enseñanzas, por su sabiduría y, sobre todo, por el cariño, la alegría y la fuerza que conforma sus inmensas almas.

Nathalia


Acompañamiento a distancia

Con el inicio de la pandemia en el Perú, las actividades del Programa Comunitario tuvieron que adaptarse a una situación muy diferente. La distancia social no permite que nuestros coordinadores sigan visitando a los niños con capacidades proyectables en sus casas.

Felizmente una de nuestras principales estrategias ha sido –desde siempre– la capacitación a los familiares para que ellos mismos puedan aplicar las terapias y ejercicios necesarios para cada niño. Para eso el Programa Comunitario también proporciona a las familias los materiales que requiere cada niño.

Ahora y de momento, el acompañamiento es por celular: nuestros coordinadores llaman constantemente a los familiares de los niños, preguntan por los avances, sugieren nuevos ejercicios, aconsejan cuando hay dificultades. Claro, no es lo mismo y los coordinadores cuentan que extrañan encontrarse con sus niños. La visita personal, las sonrisas y abrazos no pueden ser sustituidos por una llamada telefónica, pero por lo menos estamos ahí, presentes y animando.

A su vez, desde la Oficina Central tratamos de alentar a nuestros coordinadores. Nos comunicamos con ellos por celular, compartimos sesiones de capacitación por whatsapp y a veces también logramos reunirnos por alguna de estas plataformas virtuales.

No es fácil, porque no todos siempre tenemos acceso a internet, pero es el esfuerzo lo que vale. Vernos las caras nos emociona y nos da valor para seguir adelante, juntos aunque sea a la distancia.

Mercados en el campo

El cambio que estamos atravesando es muy abrupto y aún no sabemos qué significa adaptarnos a una “nueva normalidad”, seguro para establecer un equilibrio y un mejor orden y así sacar un provecho colectivo de la situación.

Esta pandemia nos obliga a tener otras miradas, en todos los ámbitos.

La dinamicidad en algunas provincias nuestras es notoria, como la desconcentración de mercados: si anteriormente el día de mercado era los días domingo en las ciudades, ahora para evitar el congestionamiento y contacto excesivo, muchos comerciantes se han visto forzados a ir a los Centros Poblados a adquirir y ofrecer productos. Así los pobladores de la zona rural tienen más cercanos estos intercambios y el comercio se hace más directo.

Esta descentralización de las actividades comerciales de momento está ayudando al ingreso económico del productor rural. Ojalá no más que no afecte negativamente los principios primarios de trueque, troje y amparo.

Despertemos

Mientras tengamos la oportunidad de ver el amanecer, sentir los rayos del sol calentando la mañana, la brisa de las montañas, el aire que respiramos, el cariño de nuestros amigos, el amor incondicional de nuestra familia, permanece la esperanza que un mundo mejor todavía es posible.

Es un tiempo también para agradecer aún más y apreciar las plantas, las flores, la cercanía de las aves, las mariposas, el cariño de nuestros animalitos: a pesar de nuestra irresponsabilidad con la Madre Tierra, las plantitas y los pájaros aún confían en nosotros: florecen, producen y se acercan para alegrarnos la vida.

Aun podemos seguir siendo comunidad.

La cosecha


En los campos de nuestra tierra hoy se cosechan el trigo, la cebada, la linaza, la lenteja, el maíz, la quínua, las ocas, los ollucos y otros productos que son cultivados con tanto cariño por los comuneros.

Quienes hemos tenido la oportunidad de disfrutar de todo este proceso, valoramos y nos sentimos orgullosos de este digno trabajo que hace posible la presencia de un plato de comida en las mesas de cada uno de los hogares.

En medio de este tiempo nos invade la nostalgia: aunque no podemos participar de estas grandes fiestas de la cosecha, debemos cuidar las plantas de nuestros jardines que también nos dan la posibilidad de cosechar, en pequeño pero cosecha al fin.

Gracias Madre Tierra por estos benditos frutos, esta vez por la cosecha del sabroso perejil y los ricos poroporos.

¡Añañau, caldo verde!

Quien no ha tomado un caldo verde, no ha tenido la oportunidad de disfrutar un platazo cajamarquino.

El caldo verde es preparado para alimentarnos y fortalecer el ánimo, o también para limpiar nuestro organismo. Orgullosos se puede decir: “Con este caldo, adiós a los parásitos”.

Es muy sabroso y económico. Se prepara a base de papas, ajo, huevos y una mezcla de preciosa de hierbas molidas (de donde le viene el nombre): perejil, paico, chamq’a, hierbabuena, huacatay, ruda, etc. Se sirve acompañado de cancha, huevos duros, quesillo fresco y pan cajamarquino.

¡Añañau! A saborear este delicioso plato, agradeciendo a estas plantitas que crecen sin tanto ruego donde podamos cuidarlas.

Malva bendita


Floreció la malva y la familia bibliotecaria lo celebra, porque gracias a nuestros abuelos, quienes nos criaron respetando a la naturaleza y contándonos que todo en el mundo tiene una razón de ser, nos enseñaron que esta planta es bendita porque es muy buena para curar todo tipo de inflamaciones.

Gracias, malva bendita, por formar parte de esta familia, por embellecer la casa y curar nuestros males.

Recuerdos de niños

Estos días estamos trabajando algunas actividades en torno a los recuerdos de los niños, en sus familias y en su comunidad.

Siempre he creído que conforme las condiciones de vida van cambiando, cambian también nuestros intereses y, claro está, cambia también la importancia que le damos a cada recuerdo.

Antes de preguntar a los niños cuál es su recuerdo más importante y por qué, pensé que quizá hablarían de sus modernos juguetes, de la computadora o la tablet que alguien les compró, de la fiesta de promoción del año pasado… pero no fue así.

Afortunadamente, casi todos los niños respondieron que su mejor recuerdo es un paseo al campo, un viaje a la playa, una visita a sus abuelos que viven en el campo, un día que fueron a nadar a una poza, cuando conocieron el río de tal o cual lugar, y no faltó quien tenga como mejor recuerdo a su mascota; es decir, sus mejores recuerdos giran alrededor de la naturaleza, a los abuelos, al aprecio de determinadas personas, a los lugares que para ellos son hermosos o a los animalitos también.

Solo espero que, cuando estos niños crezcan, no cambien el valor de estos recuerdos por los recuerdos de objetos fríos, carentes de vida, con utilidad temporal y costo elevado. Que sus mejores recuerdos giren siempre en torno a la vida.

Jeicob y las papas

 La pantalla de una computadora no es lo suficientemente buena como para captar las emociones de los niños; sin embargo, cuando algo es muy importante para ellos, hacen modos para hacer notar su alegría, su sorpresa, o cualquier otra emoción. Así lo vi en Jeicob, un niño de primer grado. Fue a propósito de dejarles la lectura “La papa, tesoro de la tierra”. A partir de lo leído, tenían que dibujar o escribir alguna idea que para ellos fuese importante o que les hubiese gustado más.

Al día siguiente, después de leer, cuando pregunté qué les había parecido la lectura, él saltaba entusiasmado y acercaba su carita a la pantalla, como para que yo lo vea de inmediato, sentí como cuando llego a la escuela y algún niño me jala de la chompa o se para en mi delante para que le preste pronta atención. Como no pude evitar ver y sentir su inquietud, le cedí la palabra; entonces, abrió sus ojos emocionados, acercó su carita a la pantalla y dijo: “Es que, lo que dice en el cuento, yo lo hago cuando sacamos (cosechamos) la papa”.

Este comentario de Jeicob me hizo entender que él ha aprendido a apreciar el trabajo de la chacra y ve a la papita como un ser vivo, con todo su valor, y no solamente como un producto para comercializar y llevar a la mesa; habló de la papa con mucho cariño, con alegría, nos contó que él también le canta y le baila para que crezca bonita y para cosecharla mejor. Aprovechó también para comentar otras experiencias de la vida en el campo y, a partir de su intervención, algunos otros niños que todavía mantienen ese contacto con la tierra, o que incluso viven todavía en el campo, aprovecharon para contar sus experiencias. Alguno dijo, por ejemplo, que en este tiempo está ayudando a cuidar su “coche” (cerdo); otro mencionó cómo es que ayuda a dar de comer a sus gallinas; que donde ellos viven toman leche de sus propias vacas. Y así, se desataron muchos comentarios que nos obligaron a alargar la vídeo conferencia.

Jeicob escribió después la parte que más le gustó de esa lectura.

Lola