Estos días estamos trabajando algunas actividades en torno a los recuerdos de los niños, en sus familias y en su comunidad.
Siempre
he creído que conforme las condiciones de vida van cambiando, cambian también
nuestros intereses y, claro está, cambia también la importancia que le damos a
cada recuerdo.
Antes
de preguntar a los niños cuál es su recuerdo más importante y por qué, pensé
que quizá hablarían de sus modernos juguetes, de la computadora o la tablet que
alguien les compró, de la fiesta de promoción del año pasado… pero no fue así.
Afortunadamente,
casi todos los niños respondieron que su mejor recuerdo es un paseo al campo,
un viaje a la playa, una visita a sus abuelos que viven en el campo, un día que
fueron a nadar a una poza, cuando conocieron el río de tal o cual lugar, y no
faltó quien tenga como mejor recuerdo a su mascota; es decir, sus mejores recuerdos
giran alrededor de la naturaleza, a los abuelos, al aprecio de determinadas
personas, a los lugares que para ellos son hermosos o a los animalitos también.
Solo
espero que, cuando estos niños crezcan, no cambien el valor de estos recuerdos
por los recuerdos de objetos fríos, carentes de vida, con utilidad temporal y
costo elevado. Que sus mejores recuerdos giren siempre en torno a la vida.
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