marzo 28, 2019

48 años

En la tradición andina, 48 años es un número perfecto y grande, poderoso y grato.
Para nosotros es un regalo. El sabernos humildemente vivos y caminando sin tregua ni queja, con fomento y fermento, con coraje y contento, acompañados por nuestros vivos y nuestros muertos.
Este 31 de marzo cumplimos 48 años de venir andando: nos toca, siempre, agradecer por los acompañares y enmendar nuestros enormes errores.
En 1996, cuando cumplimos 25 años, nuestro compañero Juan Medcalf nos visitó para compartir este momento: él había salido de Cajamarca en 1982 y se encontró para entonces con otra experiencia... De retorno a su natal Inglaterra, escribió el artículo “Despertar en los Andes”. Aquí un fragmento:
“La ocasión de mi inicio en la coca fue en una reciente visita a Cajamarca, en los Andes al Norte del Perú. Una Red de 500 bibliotecarios rurales estaba celebrando 25 años de actividad y yo, como su fundador largamente ausente, había sido invitado a 3 días (y noches) de celebración conjunta a casi 3000 metros sobre el nivel del mar. La experiencia fue un despertar a realidades que yo escasamente imaginé como un joven e inexperto misionero.
Mi primera insinuación de profundo cambio fue en la noche de apertura. Los saludos inaugurales fueron dados no en español, el idioma impuesto a los nativos por cerca de 500 años, sino en la antigua lengua quechua de la civilización Inca, supuestamente condenada a la extinción con el asesinato del Inca Atahualpa en 1533.
Esa noche, por muchas horas, saboreé las delicias dulce-amargas de las sagradas hojas de coca al lado de varios cientos de hombres y mujeres de lejanas comunidades andinas. Nos sentamos en círculo, entretejiendo presente, pasado y futuro en una tela de realismo. Muchos de ellos entendían conceptos tales como la globalización de la economía y el control comercial de los medios. Muchos de sus hermanos y hermanas habían abandonado los cerros por las brillantes luces de Lima, donde su identidad estaría perdida en una opaca megalópolis McDonalizada de 7 millones de habitantes. Su respuesta fue positiva y fue llenada con una esperanza que sólo puede nacer del sufrimiento…”

Romero

El 24 de marzo de 1980, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, San Romero de América (quien sí merecería el adjetivo de Santo como ‘distinguido por dios y por su pueblo’) fue asesinado por sicarios del “orden establecido”.
Un libro extraordinario y comunitario que cuenta de su camino es “Piezas para un retrato”, que fue trabajado y producido por María López Vigil.
Aquí un fragmento y la invitación para leer el libro completo:
Fueron varias sesiones, empezábamos ya noche y nos agarraba el amanecer discutiendo. Muyshondt muy cordial con Monseñor, pero muy duro con las demandas de los trabajadores.
- Sin ceder no se arreglan los conflictos -insistía Monseñor.
- Pero con violencia no se puede dialogar -repetía Muyshondt.
Él quería que desmontáramos la huelga para entonces negociar. Pero nuestra única arma era la presión sindical en la fábrica y la presión popular en la calle.
- Lo que ellos hacen es violento -le reclamaba Muyshondt al obispo.
- Pero lo que ellos piden es justo -le argumentaba él.
Fueron días de mucha tensión. Terco Muyshondt, decididos nosotros y sabio Monseñor Romero en su permanente consejo a la patronal.
- ¿Qué cuesta ceder? -les decía-. Cedan, quítense a tiempo los anillos para que no les corten los dedos. Quien no quiere soltar los anillos por justicia, se arriesga a que se los arrebaten por violencia.

Re ediciones

La última Asamblea General de nuestra Red, a inicios de febrero, tomó la decisión de reeditar varios de nuestros libros.
Así que en eso andamos, viendo las demandas de lectura en el propio campo y tratando de abastecernos siempre con nuestras propias producciones.
Porque los libros no son neutrales, porque no es neutral el conocimiento. Y la lectura, aparte de ser una gracia, es una bendición para la ética cuándo sabe cuál es su causa.
En este momento, a solo dos meses del mandato de la Asamblea, siete libros (entre nuevos y a reeditar) se encuentran unos listos para entrar en prensa y otros en proceso de corrección final.
Somos poquitos en la Central de la Red, pero ganas no nos faltan. Faltan manos, pero el ánimo multiplica los brazos.

Mensaje y Misterio

Los profesores Carlos Taype y Alejandro Pocco nos han hecho llegar ejemplares de sus libros “Misterio en los Andes” y “Mensaje milenario del hombre de Qanchis, Cusco”.
Desde aquí nuestra gratitud y felicitación sincera.
Conocedores del trabajo que llevamos a cabo en nuestra Red para la recuperación de la memoria colectiva y las raíces culturales de nuestros pueblos, ellos solicitaron a nuestro compañero Alfredo Mires que escribiera un texto para “Mensaje milenario…”, que aborda la presencia del arte rupestre en la comunidad campesina de Tucsa.
Compartimos un fragmento de este texto titulado “Comunidades criadoras”:
“Para el caso de nuestro continente –y con mayor énfasis en el caso de los Andes–, es imperativo replantear nuestros enfoques y desmontar el andamiaje atenazante de los patrones impuestos.
El arte rupestre, la evidencia cultural más antigua de nuestros pueblos originarios, está más relacionado –probablemente– con la virtud criadora, mutua, de las comunidades natural y humana, fundamentalmente con la presencia del agua.
Esa capacidad criadora y fecunda –que prevalece en la vida agrícola de las actuales comunidades andinas–, debería ocupar el núcleo y cogollo del quehacer educativo en países como el nuestro.
Alguien decía que “Hay más cosas olvidadas por recordar que cosas nuevas por descubrir”. En nuestro caso, la excepcional y sabia raigambre de nuestra historia podría ser el mejor remedio contra el azote de la ignorancia y la desmemoria, contra el flagelo de la corrupción, la vileza y la desmedida codicia depredadora”.

Ciudad y contaminación

Uno de los males de la época actual es la alta contaminación de las ciudades. Nos dicen que estos centros de aglomeración nos brindan calidad de vida, que allí encontramos medios y recursos laborarles y que, por tanto, nuestra existencia será mejor.
Si, son centros de concentración de gente y de contaminación; concentración de actividades, bienes y servicios, y también de consumismo, frenética rapidez e insatisfacción.
Los centros urbanos están presentando los mayores índices de polución del aire. En grandes ciudades como Lima en el Perú y Río de Janeiro en Brasil, los niveles son alarmantes; pero el asunto no es nuevo: en Chile y México desde hace ya bastante tiempo se presentan graves problemas en este aspecto y por este camino van Argentina, Colombia, Bolivia…
No obstante, los pueblos andinos que permanecen en los campos, viviendo de la siembra y bajo el ritmo campesino, saben que otra forma de vivir es posible. Más sencilla y menos contaminada. Una vida más austera tratando de filtrar los embates de los mensajes que nos indican que consumir más, comprar más y malgastar, es mejor. Una vida más humilde, pero más sabia; una vida en mayor armonía con nuestro planeta, con nuestra tierra.
Por ello, las familias campesinas de la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca decimos sí a nuestra tierrita, sí a la vida en el campo, sí a una vida en mayor plenitud, mayor felicidad, mayor autonomía.
Nathalia Quintero

¡A jugar!

A mediados del mes de febrero, los coordinadores del Programa Comunitario llegaron por primera vez, en este año, a Cajamarca para un encuentro de capacitación.
La formación y exigencia en este espacio son amplias, ya que de los conocimientos y habilidades de nuestros coordinadores dependen los logros, avances, aprendizajes y posibilidades para que muchos niños con discapacidad estén mejor: su salud, de alguna manera, también está en nuestras manos.
En este momento hay sólo ocho coordinadores comprometidos en esta tarea. Hombres y mujeres del campo ofrecen su tiempo, dedicación y valentía para acompañar a los niños y niñas con discapacidad: un equipo fuerte, decidido y valioso que se reúne para este propósito.
Capacitarse entre ellos es muy grato. Aprendemos el uno del otro, con muchas prácticas, juegos y diversión, porque esa es la mejor manera de acompañar a los niños. Sólo así, con espíritu de niño logramos esta relación que es necesaria para sanarnos.
Por eso, aprender a jugar es una de las consignas del Programa Comunitario. Y nuestros coordinadores lo hacen entre risas, esfuerzos y cariño.