noviembre 11, 2011

Ad honorem


Francisco Vargas es desde hace muchos años coordinador de nuestras Bibliotecas Rurales en Chancay, provincia de San Marcos.
Hace poco nos tocó visitar sus bibliotecas con la intención de reanimar el trabajo de la Red en este lugar.
Viajar juntos siempre se presta para una buena conversación, y esta vez preguntamos a don Francisco cómo es que él se había hecho bibliotecario voluntario.
Nos contó –con su particular humor– que un día domingo él estaba en la plaza San Marcos; allí se había encontrado con el alcalde de Chancay y se pusieron a conversar. En eso, don Pascual Sánchez –uno de los coordinadores bibliotecarios más antiguos de la Red– se le acercó al alcalde y empezaron a conversar sobre esto y aquello, con esta refinada cortesía serrana, hasta que Pascual tocó el tema de Bibliotecas Rurales, porque estaba con la intención de extender la Red hacia Chancay.
– ¡Oigaste, señor Alcalde!, ¿usted no quisiera abrir una biblioteca rural en Chancay, en su casa? Así, usted mismo podría ser nombrado bibliotecario por su comunidad.
El alcalde reflexionó un momento y luego preguntó:
– Pero, dígame, don Pascual, eso de ser bibliotecario rural, ¿es un trabajo remunerado o es ad honorem?
Don Pascual, forjado en el voluntariado de la Red, contestó con toda su convicción:
– ¡Nooooo, señor: es ad honorem! Nosotros somos voluntarios para el bien de la comunidad.
El alcalde se volteó rápidamente hacia don Francisco y le dijo:
– ¿No querrás tú, entonces, ser nuestro bibliotecario?

¡Gracias, Pancho, por no esquivar el voluntariado y seguir en este sueño –sin rendirte– desde hace tantos años!

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