En el mes de mayo, la responsable del Programa Comunitario realizó su viaje anual a Sócota, en la Provincia de Cutervo. Ahí son voluntarios, en la actualidad, cuatro coordinadores del Programa: Ángela, Rosa, Abel y Nolberto. Tres de ellos han ingresado al Programa recién desde algunos meses.
En la zona contamos, además, con el apoyo de Liliana Díaz, quien asesora el trabajo del Programa, es responsable de las coordinaciones entre el Programa y el Hospital de Sócota y apoya con su amplia experiencia a los nuevos miembros de este equipo.
Sócota se ubica en un valle muy bonito y muy verde, y ahí no sólo acoge el calor del ambiente, sino también el calor humano.
Todos los coordinadores han logrado formar grupos de padres con las familias de los niños a su cargo, quienes demuestran mucho respeto y cariño entre sí y con nosotros, como visitantes. En más de una reunión escuchamos que “somos una gran familia” y que en ningún otro sitio se sienten tan bien recibidos y respetados como en estos grupos.
Lograr esa formación humana, ese ambiente de solidaridad, ese apoyo mutuo y ese compromiso, va mucho más allá de aprender ejercicios de terapia o de saber aplicar conocimientos de rehabilitación. Es una muestra de cómo el Programa Comunitario se esfuerza por enlazar, solidariamente, las manos y los corazones de la comunidad desde y con los niños con “discapacidad”. Es una brega por reivindicar la ternura vivida, el calor expreso nacido desde la naturalidad y la sencillez de los niños.
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