junio 11, 2015

Asamblea es familia

El mes de mayo terminó para nosotros con la realización de la Asamblea General, ese momento de junturas y renaceres.
Uno a uno fueron llegando nuestros coordinadores, cargados de libros, entusiasmo y ánimo para compartir.
Las distancias y dificultades que recorren para llegar hasta Cajamarca son –muchas de ellas– inimaginables, pero esto no impide el regalo de su presencia.
No es que se deja todo para estar presentes en la Asamblea: se viene con todo. Para contar cómo nos ha ido con las lluvias, qué novedades hay en las comunidades, qué tal va la lectura, qué libros están pidiendo los lectores, qué luces vemos al final de los túneles… Nos alegra escuchar las hazañas de los caminos, sentarnos en las mesas a compartir la comidita que con mucho cariño se prepara para estos días de reunión y a recordar anécdotas de reuniones y tiempos pasados.
Esta vez nos hemos sentido especialmente felices por la presencia de nuestro compañero Santos Rodríguez, quien después de algunos años regresó a integrarse a esta su familia de bibliotecas rurales; él tuvo que ausentarse por motivos de salud, pues este tiempo ha sido muy difícil para él y los suyos. Tanto hemos sentido su ausencia, como nos alegra ahora su regreso.
En este encuentro nuestro compañero Alfredo trabajó las diferentes clases de libros que existen y en qué momento de nuestras vidas se puede recurrir a ellos porque no todos sirven para lo mismo; también reflexionamos una vez más acerca de lo importante que es nuestra cultura y nuestra dignidad.
Hemos compartido algunos juegos que nuestra compañera Rita Mocker nos enseñó para relajarnos y que nos servirán para animar las reuniones, así como Lola Paredes trabajó nuevamente los círculos de lectura, esta vez con el libro All’pata paguikun - Ofrenda a la tierra. Fue bonito escuchar cuando algunos nos animamos a leer las oraciones en quechua.
Como parte de nuestro quehacer bibliotecario, hicimos el canje de nuestros libros, siempre pensando en aquellos que serán de más utilidad para nuestra gente en el campo.
En fin, mucho podríamos decir de nuestro encuentro, pero lo más importante no se puede expresar con palabras: solo diremos que hemos pasado un tiempo extraordinario y que todo lo que conversamos y decidimos apunta siempre a afianzar los andares con nuestras comunidades.

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