febrero 21, 2018

Tierra bendita

No vamos a aspirar en grande lo que no hagamos también en pequeño. Por eso cuidamos con esmero el jardín y el huerto de nuestra casa comunal.
Será que la tierrita lo sabe y se alegra: por eso colorean las flores y granan los frutos, se expanden los aromas y amacollan las hierbas, y anidan los pájaros y bullen las abejas…
Por aquí andan los nísperos, las lúcumas, las berenjenas, los tomates y ni qué decir del cedrón, el perejil, el toronjil, el romero, el huacatay y todas estas hermanas plantas que han brotdo por su cuenta o se han dejado enseñar en este rincón de la comunidad, de la familia.
Y ya estamos cosechando las primeras paltas, que no son para exportar porque sí importan.

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